lunes, 11 de mayo de 2009

Autores de los planes de infraestructuras

Antes se sabía que los planes de infraestructuras de transporte motorizada en España se diseñaban principalmente para satisfacer a las constructoras e ingenierías. Pero no se decía descaradamente, se maquillaba hablando del "interés general", de la "importancia de las infraestructuras para el desarrollo", del "motor económico que suponen la creación de infraestructuras de transporte" y cosas así muy rimbombantes, pero que no entraban al debate sobre el modelo de movilidad que se estaba instaurando y las consecuencias que conllevaba.

Ahora la desfachatez ha llegado hasta tal punto que el diseño de los planes de infraestructuras los proponen las propias constructoras e ingenierías para que los ejecute la administración pública con dinero público, pero para forrarse ellos, sin ni siquiera plantearse por un momento (ni esas empresas, ni las propias administraciones públicas) si esas infraestructuras son ya realmente necesarias o que impacto tienen en el medio ambiente y en la gestión de la demanda, etc.

Y luego hay propuestas, como la de ConBici para una red básica estatal de vías ciclistas, que incluso fue aprobada en el Congreso de los Diputados como proposición no de ley hace ocho años, y nunca más se supo. No se ha hecho nada al respecto.

Para entenderlo, más o menos lo siguiente me decía un día un empresario constructor que conocí en un camping de Asturias durante una ruta cicloturista que realicé por aquellas tierras hace unos años: "las vías ciclistas dan muy poco dinero, no merecen la pena, son muy estrechas. Ya que se asfalta, y para sacar un buen pico, es mejor una buena autovía o autopista, mientras más ancha mejor. Ya que has llevado maquinaria, hay que hacer el mayor número de metros de ancho de carretera". Me lo decía todo extasiado , mirando hacia el horizonte, mientras se imaginaba seguramente una autopista de ocho carriles.

Así nos va.

domingo, 8 de febrero de 2009

Aparcabicis. Modelos y usos

Tengo una extensa colección de fotos de aparcamientos de bicicletas. Los que más abundan son los diseños malos o los diseños buenos pero mal usados.
A continuación voy a mostrar sólo unos pocos de los llamados (entre los ciclistas) doblaruedas.
Empezamos por los aparcamientos de diseño, como este ubicado en Aurillac (Francia), pero que se puede ver en otros muchos lugares, también de España, e incluso lo he visto en Santiago de Chile. El diseño es precioso ¿pero sirve para aparcar bicicletas? Indudablemente no: es muy inestable para las bicis, pues ni todas las ruedas de las bicis son iguales de anchas, ni todas tienen pata de cabra para sujetar la bici. Y es que con este modelo los radios sufren lo indecible, pues en ellos se suele apoyar la bici para no caerse. Sin hablar de que no sabemos cuantas bicis caben. Ni lo sabremos porque siempre están vacíos, pues a nadie en su sano juicio se le ocurre poner ahí una bicicleta, donde sólo vas a poder fijar a un sitio fijo una de las ruedas, quedando el resto de la bici sin poder fijarse a lugar alguno.

Continuamos con este modelo encontrado en el exterior de algunas estaciones de Metro de la línea que va a Arganda del Rey (Madrid) que podría pasar por un banco incómodo, pero que, os lo prometo, es un aparcamiento para bicicletas. A las mismas intrínsecas propiedades del diseño anterior, a este se le une que además la bici tiene que ir levantada. Encima no está protegido del aparcamiento de coches que, para más inri, jamás son multados. La bici que veis lo estaba utilizando y tenía un candadín de juguete cogido a la rueda delantera. Teniendo en cuenta que tenía cierre rápido, en un momento podría yo mismo haber soltado dicha rueda, dejándola allí y haberme llevado el resto de la bici. Compro una rueda nueva y ya tengo una bici entera más para la colección. En fin...


El siguiente modelo es bien conocido por los ciclistas madrileños, pues ha sido el modelo oficial de esa ciudad durante más de una década (hasta noviembre de 2008) y es de lo peor, porque además de todo lo anterior, encima es medianamente cómodo para sentarse, así que para eso ha estado sirviendo en los últimos tiempos los pocos que hay en Madrid. Famosos han sido algunos conflictos con el que había antes en la puerta de Pedalibre, pues había vecinos del lugar sentados y los ciclistas que llegaban a intentar aparcar no podían. Además de ser un mal diseño, se solía colocar en sitios que jamás haría falta aparcar una bicicleta, como éste que estaba en un parque, pero sin asientos ni fuente ni nada así alrededor. Bueno, podías utilizar el aparcabicis de asiento y dejar la bici en el suelo.

Este modelo es el paradigma de la inutilidad y el despropósito. Está ubicado fuera de la estación intermodal de Chamartín (Madrid), pero el diseño es absolutamente inutil, encima está en una acera estorbando el paso y para terminar de arreglarlo, para indicar que es un aparcabicis le ponen la señal que podéis ver (llamada R-407), que lejos de señalizar que eso es un aparcabicis significa: "Vía reservada para ciclos o vía ciclista. Obligación para los conductores de ciclos de circular por la vía a cuya entrada esté situada y prohibición a los demás usuarios de la vía de utilizarla." O sea, que los ciclistas (según la interpretación que se puede hacer en este caso) están obligados a circular por esa acera y los peatones (y resto de usuarios de la vía) no pueden utilizarla. Dantesco.

Ésta está fijada en la pared de una zona residencial en Valencia, pero sigue siendo igual de inútil. Como podemos ver, la bici no es mala y por ello le han puesto un candado gordote... a la rueda trasera. Misma operación que el caso de Arganda, se quita el cierre rápido, se deja la rueda y se lleva uno el resto de la bici. Es cierto que a estos aparcabicis sólo pueden acceder los vecinos del inmueble, pero vaya, también los visitantes.

Hasta aquí el festival de doblaruedas. Ahora tres aparcabicis de casos peculiares:

En primer lugar tenemos este modelo de aparcabicis (es un aparcabicis, lo pone clarito en la señal de arriba) que es de diseño de U invertida, un buen diseño. Pero resulta que lo utilizan los del centro municipal de limpieza viaria de Alcobendas, que podéis ver justo detrás. Como dice mi compañero Martin, que me ha cedido la foto, da un tremendo aspecto de incoherencia, pues por un lado el Ayuntamiento paga e instala un aparcamiento de bicicletas y por otro un servicio del mismo Ayuntamiento ubica, muy ordenados eso sí, cubos de basura en su lugar.
Seguramente dirán que no se utilizaba por parte de los ciclistas. La pregunta subsiguiente que habría que hacer es si dicho Ayuntamiento ha hecho alguna buena política destinada a que se utilice la bicicleta en dicha localidad.

Este caso de Aranjuez me lo pasó el compañero Miguel González. Hasta quince bicicletas aparcadas en la zona exterior de la estación de ferrocarril de esta localidad, aparcadas donde pueden, a unas vallas provisionales de obras. ¿No tienen aparcamiento para bicicletas en esta estación?


Pues resulta que sí tienen, dos aparcabicis, como se puede ver en la siguiente foto, pero uno está tapado por un coche (primer término) y el segundo por una moto. Sin embargo los ciclistas prefieren aparcar en las vallas, porque el diseño es nefasto para un aparcamiento exterior de media y larga estancia y además los aparcabicis, como siempre suele ocurrir, se colocan lo más lejos posible de la entrada, como si fueran unos apestados, cuando resulta que deberían justamente estar al lado de la entrada, dado que la bicicleta implica proximidad, no tiene sentido que alguien vaya a aparcar al quinto pimiento y luego tener que volver a la estación andando.



El siguiente ejemplo es otro más en los que se da más importancia a la originalidad del diseño que a la seguridad o comodidad del usuario. Lo podemos ver en lugares como Azuqueca de Henares o Torrejón y es auténticamente postmoderno (bonito, pero inútil).



Están bien para mostrarlo en ARCO, la feria de Arte Comtemporáneo, pero no para aparcar bicicletas. De hecho éste de la foto lo veo todos los días al pasar con mi bicicleta de ida y vuelta y jamás he visto una sola bici aparcada. Las bicis de la foto las pusimos nosotros para ver lo inestables que quedaban, daba igual como las pusieras. Tampoco se sabe cuantas bicis caben, se supone que cinco, pero lo cierto es que no caben cinco, quedan demasiado cercanas y es muy molesto maniobrar para candarlas. Sin hablar de que el cuadro y/o alguna de las ruedas quedan sin atar directamente a las barras. Un derroche.

Para acabar, y para que no se diga, un buen ejemplo de modelo, ubicación y uso de un aparcabicis, foto tomada en Estrasburgo.

Ubicado en la zona de aparcamiento, con suficiente espacio entre horquillas, techado para evitar las inclemencias del tiempo y de fácil acceso.

domingo, 1 de febrero de 2009

La holandesa de mis sueños


Esta es una historia de amor por una bicicleta, una de esas bicicletas por la que eres capaz de movilizar a medio mundo para recuperarla.

Ana Luño es una chica aragonesa que se fue durante un año a vivir a Saarbrücken (Alemania). Lo primero que buscó al llegar allí fueron un piso y una bicicleta. La misma persona le consiguió ambas cosas. La bicicleta era de segunda mano, una preciosa bicicleta holandesa a la que sólo le hacían falta unas cuantas reparaciones.

Tras el año de estancia en Alemania, a Ana le fue imposible volverse con todo el equipaje y además la bicicleta. Por lo tanto se la vendió, pero no a cualquiera, sino a una conocida, que sabía la cuidaría bien.

Ana estaba convencida de que podría encontrar una bici similar en Zaragoza, a su vuelta, pero lo cierto es que no fue así. Ni en internet, ni en las tiendas del ramo, donde los vendedores, centrados en las bicicletas deportivas, sólo sabían levantar las cejas confudidos ante la descripción de una bicicleta de ese tipo. Cuando Ana escribió a la compradora de su bici, contándole la pena que sentía de no encontrar una bici así en su localidad, lo hizo sólo como un comentario más, sin ánimo de recuperarla. Pero la chica detectó ese profundo pesar que tenía Ana y propuso devolvérsela.

Allí comenzó un via crucis para intentar encontrar el método para traerla de Saarbrücken a Zaragoza. Comenzó a preguntar en agencias de transporte, pero todo eran problemas. Tras un mensaje que yo mismo puse en la lista de Pedalibre para ayudar a Ana a recuperar a su querida bicicleta, alguien comentó que lo mejor era buscar a alguien conocido en una agencia de transporte, para que la trajera como un bulto más. Esa fue la solución tras una conversación casual con alguien que se dedicaba a logística.

Su compañera de piso alemana le preparó la bici de la guisa que podéis ver en la foto, protegiéndola del mejor modo posible, pues los transportistas no se responsabilizaban de los daños que pudiera sufrir. Dichos transportistas pusieron el requisito de que las ruedas estuvieran libres para moverla mejor.

El día que Ana fue a recogerla a las afueras de Zaragoza no cabía en su gozo, si bien su padre la devolvió a la realidad: "Qué poco te va a durar aquí esa bici tan bonita", le dijo. Ojalá que no se cumpla ese presagio.

Ahora Ana circula por Zaragoza en su bicicleta holandesa, rememorando su estancia en Alemania y deseando que la holandesa se cruce en la calle, aquí en Zaragoza, con el mismo alto número de bicicletas con las que se cruzaba en el país centroeuropeo.

lunes, 12 de enero de 2009

El dulce pedaleo sobre la alfombra blanca



Estos días atrás cayó una tremenda nevada por la zona en la que vivo, cuya nieve aún persiste en gran medida debido al frío reinante. Es muy difícil explicar las bonitas sensaciones que se tiene al pedalear sobre la nieve. Quizás tenga algo que ver con lo entrañable de las sensaciones nuevas, doblemente significado cuando el lugar por el que pasas es un lugar habitual, pero que con la nieve parece un lugar completamente nuevo, rompiendo la monotonía. Quizás también tenga algo que ver ese sonido que hacen las cubiertas sobre la nieve, tan único y sobrecogedor.

No me quiero extender, simplemente dejaros un relato que escribí hace casi cuatro años en el que sentí cosas muy parecidas a las del pasado viernes yendo a la estación de tren en bicicleta sobre la nieve recién caída. Las fotos de esta entrada fueron hechas este último viernes. donde dejé esta vez la bici en el aparcabicis que tenemos desde hace unos tres años y otra foto unas horas más tarde en Madrid de un ciclista circulando entre la nieve frente al Palacio Real de Madrid. El relato fue escrito el día 23 de febrero de 2005.

EL DULCE PEDALEO SOBRE LA ALFOMBRA BLANCA

Como cada día, salí esta mañana enroscado en mi bufanda y calzándome los guantes dispuesto a coger mi bicicleta para ir a la estación de tren de Azuqueca. Es un viaje de ocho minutos (2,5 kms.), de noche, pero despejadísimo de tráfico, por calles tranquilas y llanas, exceptuando una sola bajada. Suelo salir con tiempo suficiente, para tomármelo sin prisas, pedaleando suavemente cuando los músculos están aún desesperezándose.

Cuando abrí la puerta, justo en ese momento, un copo de nieve que se soltó del tejado cayó frente a mí, y tras él, la visión de la parte delantera de mi jardín, totalmente inundada por la nieve. No había visto tanta nieve junta desde aquella excursión de Pedalibre por el Puerto de la Quesera, cerca de Majaelrayo.

Me entró una mezcla de alegría por tanta belleza y desasosiego por el miedo a llegar tarde a coger el tren (salen cada quince minutos, y si pierdo el de las 6,55, llego tarde al trabajo). Lo primero que pensé fue en ponerme la capa de lluvia, pues estaba nevando todavía, suave, pero nevando. Pero me dije que no, que la capa me quita algo de visibilidad y yo quería verlo todo, todo tan diferente, como si fuera un camino nuevo, intuyendo por donde debo ir al haber desaparecido la visión de la carretera, el arcén y los caminos, siendo todo uno. Cogí mi bicicleta, que estaba debajo del techado, y la llevé a la calle. Allí se me llenó el pecho de una tremenda ilusión. La calle estaba totalmente cubierta de algo más de cinco centímetros de nieve, y la única huella que había era la de mi vecino que también va en bici y que sale quince minutos antes que yo, pero incluso esa se estaba borrando, debido a la nieve que caía encima.

Estaba deseando lanzarme a pisar la nieve con las ruedas de mi bicicleta, así que la lancé hacia adelante y comencé a pedalear.

Oía el ahogado sonido del contacto de la rueda con la nieve, como los pequeños crujidos de un cristal al aplastarlo en el suelo con el zapato y, al mismo tiempo, un trasfondo que se asemeja a un susurro. Comencé a hacer eses por el camino.

Miré para atrás: la huella de la bicicleta había dejado una bonita estela que zigzagueaba de un lado a otro de la calle. Me imaginaba las personas que pasaran al cabo de un rato por ahí y vieran esas huellas... se iban a preguntar muchas cosas ;-)

Por la vereda de Vallehermoso me puse a gritar de alegría, seguro de que no me oiría nadie.

Más adelante, una muchacha iba andando en la misma dirección que yo, oyó el sonido de mi bicicleta y se apartó. Me miró un poco sorprendida. Mientras me sonreía, me saludó con la mano, sintiendo que algo nos unía, que éramos dos afortunados compartiendo el mismo momento mágico. Yo le dediqué la más grande de mis sonrisas.

La nieve seguía cayendo, y el cristal de las gafas se me iba llenando de nieve que me impedía ver, por lo que tenía que hacer con un dedo el gesto de un limpiaparabrisas.

En la cuesta abajo de la calle de la Noguera tocaba ir muy despacio, porque la nieve y los frenazos no son muy buenos amigos.

Al llegar a la estación decidí que no iba a aparcar la bicicleta en el mismo sitio de siempre, fuera, en una farola, sino dentro, en la barandilla de unas escaleras en el mismo andén, a cubierto. Según estaba nevando, tenía la sensación de que, si la dejaba fuera, por la tarde quizás no la encontraría, cubierta por la nieve como podría estar.

Pasé el vestíbulo, hacia el andén. La gente estaba allí esperando al tren, huyendo del frío y de la nieve. Todo el mundo se me quedaba mirando muy sorprendidos, algunos algo divertidos, casi todos sonreían. Yo me imaginaba que era por la supuesta locura de ir en bici con esta nieve. La gente se apartaba y me hacían un pasillo. Al llegar a la puerta, y antes de abrirla para salir fuera, me vi reflejado: Era todo un número, parecía el hombre de las nieves (¿acaso no lo era, estrictamente dicho?). La ropa, los guantes, el pelo, la bufanda, parte de las gafas, todo blanco. Hasta el manillar de la bici, en las partes que no había fijado mis manos, estaban cubiertas por una ligera capa de nieve. Miré hacia atrás, hacia la gente. Todos me miraban y sonreían.

Seguro que alguno se apunta a coger la bici en la próxima nevada, aunque sólo sea para recibir tantas sonrisas juntas.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Comparativa para la reflexión

Quiero comparar a dos ciudades muy distantes, pero cuyos cuatro datos muy básicos nos pueden hacer reflexionar un poco: Lima (Perú) y Madrid (España).

En la ciudad de Lima con una población cercana a los 9 millones celebran el día de la bicicleta, al que asisten 10.000 personas y manejan actualmente el dato de un uso de la bicicleta en el reparto modal del 2% (datos facilitados por la regidora Jenny Samanez en el último Bicintegra).

En Madrid, en cambio, con una población que supone la mitad de la de Lima (alrededor de los cuatro millones), la celebración del día de la bicicleta moviliza a 80.000 personas, lo que implica multiplicar por 16 el dato de Lima, porcentuando la población. Esto en sí mismo es un indicador de que en Madrid hay un tremendo potencial del uso de la bicicleta (hay otros indicadores, pero me voy ahora a centrar en éste), pero sin embargo el uso de la bicicleta en el reparto modal en Madrid es del 0,1 según unas fuentes (Ayuntamiento) o, en el mejor de los casos, del 0,5% (datos de Pedalibre y del Consorcio Regional de Transportes). En cualquier caso muy lejos del 2% de Lima.
Parece que en Madrid algo no se está haciendo bien.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Aquellos carteros en bicicleta


Soy un nostálgico de aquellos repartidores del servicio de Correos en bicicleta, con sus chaquetas de botones dorados y amplios bolsillos y sus gorras grises con visera y el logo de Correos.

Y que decir de sus bicicletas con su letrero amarillo y rojo incrustado entre los tubos superior y transversal con el letrero de “Correos”. Qué bonito lucía. Qué diferente la hacía de las demás bicicletas. Fue una auténtica "bicicleta pública", pero no con el sentido que ahora tiene este término, sino porque era usada por una entidad entonces netamente pública, siendo además cada bicicleta compartida por varios repartidores en muchos de los casos.

Siempre pensé que estos carteros tenían mucha suerte, pues montaban en bici mientras trabajaban. Seguramente la realidad era muy diferente (frío, lluvia, nieve...), pero aquella idea infantil ya no me la puede robar nadie.

Ahora, al imaginar que muchas de las cartas que yo envié cuando era bien joven viajaron combinando tren y bicicleta (en tren en el furgón de correos hasta la estación en la que los carteros de pueblo recogían las sacas), me arrepiento de no haber enviado más cartas, pero aún así me maravillo por lo bien transportadas que fueron las que envié.

Estas bicicletas dejaron de utilizarse oficialmente en la década de los 70. Pero no fue corto el periplo de los carteros españoles y la bicicleta, comenzó nada menos que en 1894.

El uso de la bicicleta para el reparto era algo muy habitual en los países de nuestro entorno también. Algunos países siguieron usándola después de los años 70 y hasta ahora, aunque han ido modernizando las bicicletas, las alforjas y los cestos. Francia ha sido un ejemplo con una enorme flota de funcionarios de correos en bicicleta a mediados del siglo XX, que quedaron inmortalizados por Jacques Tati en la película "Día de fiesta", o en esta foto de Gilles Caron del mayo del 68.


Tras treinta años de abandono del reparto oficial en bici en nuestro país, ahora están sacando unas bicicletas nuevas para que algunos repartidores en España hagan su trabajo en este medio de transporte. Son bastante diferentes a las que se vienen usando en otros países. Estas últimas no son eléctricas y, desde luego, los carteros no llevan esos cascos tan estratosféricos como les quieren poner a los carteros españoles, que me parece que los de Correos en España se han pasado. En cualquier caso facilitará los desplazamientos a los repartidores que ahora van andando y sería una magnífica alternativa para algunos que, pese a no llevar tanto volumen de entrega siguen yendo en coche o moto, pues lo tienen complicado muchas veces para aparcar y desde luego van contaminando.


En el año 2006, durante una ruta cicloturista por Cantabria, al pasar por un pueblo llamado Villacarriedo vi una de esas bicis de Correos antiguas en la puerta de un bar, sin atar ni nada. Me paré a mirarla (más bien a disfrutarla). Estaba en muy buenas condiciones, parecía una joya abandonada sobre los adoquines de la acera, apoyada en una pared de cal descascarillada que la desmerecía de tan bonita que era la bicicleta. Con ese manillar de paseo, sin marchas, ese faro enorme que les daba ese aspecto de cíclope, ese transportín que habrá llevado tantas cartas de amor, tantos recuerdos, tantas memorias. Parecía toda ella una escultura.

En esas que salió el dueño, Joaquín, y me contó que se había jubilado en Correos un año antes y que al irse le regalaron la bici que había estado usando para hacer el reparto hasta el mismo día de su jubilación. Porque hay que entender que esas bicis pertenecían a Correos, no a los carteros.

Se la regalaron, más que nada, porque nadie más la iba a usar, y él ha seguido utilizándola, una vez jubilado, para sus desplazamientos habituales. Yo le entiendo. Habían sido 35 años junto a su compañera. Hay cosas que uno odia del trabajo, pero hay otras que son parte de ti, que hacen incluso más agradable la jornada laboral.

Nadie diría que el cartero tenía una edad como para jubilarse, parecía más cerca de tener cincuenta y pocos que sesenta y pico años. Y es que el uso de la bicicleta rejuvenece. No conozco un ciclista habitual que parezca tener la edad que tiene, todos aparentan menos, como las bicis de los carteros, que muchas de ellas siguen activas. Y es que algo de nuestras bicis siempre se nos pega.




miércoles, 19 de noviembre de 2008

La crisis no afecta tanto a la bici


Ya hablé en otra entrada del aumento del uso de la bici en el mundo. Pero hay nuevas cifras que siguen siendo tan esperanzadoras como las anteriores. Ahora ya se empieza a hablar de una clara caída en la venta de coches, mientras las bicis se mueven en el sentido contrario.

Según la web para los profesionales de la bicicleta Bike Europe continúa el aumento de las ventas de bicis en España. Pese a la crisis, la venta de bicicletas sigue subiendo poco a poco en la mayor parte de los países, entre otros en España.

La venta de bicicleta deportiva en nuestro país se mantiene en los mismos niveles, pero la bicicleta de ciudad y la plegable va creciendo.

El año pasado se superó el millón de bicicletas vendidas, rompiendo esa barrera a la que poco a poco se había ido acercando el mercado y que ahora se ha superado con creces.

Aún así, algunos expertos aseguran que al llegar lo peor de la crisis se notará también en la venta de bicicletas y es posible que dichas ventas decaigan muy ligeramente.

Eso está por ver. Algunos pensamos que lo va a decaer es el uso de los vehículos particulares motorizados y contaminantes, y que las bicis pueden en muchos casos ser esa alternativa que fue ya en la anterior crisis seria, la del año 1973. Seguro que el crecimiento no será tan grande como el de los últimos años, pero la realidad se impondrá y estas ventas (y por lo tanto su uso, que es lo que a muchos nos importa) seguirán en cualquier caso creciendo y llenando las calles de más y más ciclistas. Ojalá que sea así.

domingo, 26 de octubre de 2008

Las bicis al tren



Ha dado comienzo la campaña de ConBici ¡Bicis al Tren! Esta campaña pretende concienciar a la sociedad sobre la tremenda importancia de la combinación de dos medios de transporte tan sostenibles como la bicicleta y el ferrocarril, que con una adecuada política de accesibilidad podría ser en este país una auténtica alternativa al uso abusivo del automóvil particular contaminante.
En la acción realizada en Chamartín el día 26 de octubre de 2008 se ha puesto de manifiesto que los ciclistas le dan a esta combinación multimodal una importancia crucial para desplazamientos medios y largos.
Los ciclistas son unos aliados del ferrocarril, no unos enemigos de este importante medio de transporte, pero es importante que las compañías ferroviarias se den cuenta de que el uso de la bicicleta está creciendo de manera importante en nuestro entorno y hay que adecuarse a los tiempos.