Ahora que el cambio climático está en las agendas políticas, aunque sólo sean por el momento palabras y no hechos, aquellos que contaminan deberían estar en entredicho. Sin embargo, resulta que la clase política es la primera que no está dispuesta a cesar en el uso de aquellas tecnologías que, sólo en teoría, les hacen la vida más fácil, como es el caso de los contaminantes vehículos particulares, y sigue prevaleciendo el estatus de lo más caro ante el estatus de lo más sostenible.
Nadie parece querer renunciar a usar su coche particular pese a la evidencia de los graves problemas que crea. Y para seguir justificando su uso se dicen estar inventando coches ecológicos o coches de emisiones bajas. Lo de ecológico es una palabra tan prostituida, usada con tan pocos prejuicios, que ya no es creíble que algo se llame ecológico, y menos aún un coche. Los supuestos vehículos de bajas emisiones son en realidad vehículos a los que se ha intentado mejorar su rendimiento, pero que sólo han reducido sus emisiones en un porcentaje muy pequeño. Los biocombustibles ya han mostrado su cara menos amable y está claro que no son tan ecológicos ni son la solución al problema del fin del petróleo barato.
¿De que sirve que un coche haya reducido sus emisiones de 150 a 130 partículas, si resulta que va ocupado por una sola persona? Ese mismo vehículo de 150 partículas ocupado por cinco personas implica que cada una de ellas tiene una cuota de 30 partículas. Eso es mejor. Aunque aún mejor es utilizar menos ese vehículo, es decir, reducir el número de desplazamientos y las distancias. O no utilizarlo en absoluto, cambiándolo por pedalear o caminar, combinado con el transporte colectivo si es preciso. No podemos seguir mirando para otro lado y sintiéndonos ecológicos porque una etiqueta de nuestro vehículo contaminante lo dice. Eso es aberrante.
Lo sostenible de verdad es usar medios no contaminantes de transporte. Como la bicicleta, que ya no debe ser considerada una “alternativa”. La bicicleta está aquí. Fue una alternativa en su día. Ahora es una realidad, ahora cada vez más personas la usan para desplazarse.
El anuncio que se puede ver en este artículo es desgraciadamente ficticio, realizado por mí con un programa de retoque fotográfico, basado en una idea de Sustrans. Sin embargo es imprescindible que las administraciones públicas, como esta inexistente Concejalía de Bicicleta y Cicloturismo del Ayuntamiento de Madrid, apuesten de verdad por una consistente publicidad institucional de apoyo a la bicicleta y de disuasión de los vehículos particulares contaminantes. No se hace porque nadie se lo ha planteado hasta ahora, o se lo ha planteado muy tímidamente. Pero se hará, pronto se empezará a hacer. Y los primeros en llevarlo a cabo serán los pioneros de una inercia que continuarán buena parte del resto y que devolverá las calles a quien realmente pertenecen: a las personas.
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