Los ojos de gato son unos dispositivos reflectantes horizontales embutidos en los laterales de algunas carreteras. Al reflejar la luz incidente (la de los faros principalmente) sirven para marcar la delimitación nocturna de las carreteras. Se usan sobre todo en curvas, túneles, zonas peligrosas, aunque en algunos casos siembran una carretera entera con ellas. Ofrecen una visibilidad enorme desde lejos, haciendo su función reflectante con bastante efectividad.
Hasta ahí bien. Si mejoran la seguridad deberíamos poder decir que son útiles y hasta necesarios. Pero lo cierto es que ofrecen problemas.
Como se colocan principalmente en los arcenes, para que no interfieran con el tráfico motorizado, estos dispositivos molestan a los ciclistas, que somos los que circulamos por los arcenes (cuando están practicables). Molestan además bastante. Obsérvese la imagen superior tomada a ras del suelo, porque ese salto es el que tiene que dar una bicicleta para superarlo. A eso hay que sumarle que los suelen colocar justo en la más lógica trayectoria ciclista: pegados a la línea blanca de delimitación del arcén. Resulta que los arcenes están más sucios mientras más alejados de esta línea, por lo que ir pegados a la línea ofrece generalmente la menor posibilidad de pinchazo. En definitiva, la dichosa ubicación de los ojos de gato es de lo más inoportuna para los ciclistas. Nunca he entendido por qué no van encima de la línea blanca. Quizás porque los vehículos motorizados la pisan continuamente y les molestaría.
Son molestos hasta el punto de que en según que trayectorias y con que bicicletas estemos circulando, pueden llegar a desequilibrarla. Es una prueba de que los arcenes no los han puesto para mayor solaz de los ciclistas, de lo contrario no los sembrarían de estos artilugios tan molestos.
Pero si están salvando vidas hay que pagar el precio de la molestia ¿no?
Poco tiempo pueden hacer esa función porque su trayectoria vital más común es la siguiente.
1) Ojo de gato recién puesto, haciendo su función (la de reflectar y la de molestar al ciclista)
2) Ojo de gato al que ya le han pasado por encima algunos vehículos motorizados levantando el reflectante y dejando sólo la base plástica sobre el pegamento. Desde este momento dejan de cumplir la función para la que fueron diseñados, pero siguen molestando al ciclista.
3) Por último, unos cuantos vehículos pesados más le pasan por encima y acaban dejando el agujero donde una vez hubo un ojo de gato. Este es el triste final de la mayor parte de estos dispositivos, pero ya deja un bache que molesta al ciclista que pase por allí.
¿Por qué le pasan por encima los motorizados pese a que estos dispositivos están en el arcén?
Buena pregunta: Porque hay a quien le gusta recortar en las curvas, porque hay quien se despista y se va hacia fuera, porque hay quien se ve obligado a invadir el arcén porque le están adelantando indebidamente. Múltiples razones que conocemos bien los ciclistas. Desde luego los ciclistas no somos quienes los despegamos. Nuestro peso no es capaz de mover los ojos de gato, es necesario un peso y una velocidad mucho mayores.
Los ojos de gato originales, los de hace varias décadas, eran diferentes, tenían dos reflectantes con forma de ojos de gato, de ahí su nombre. Eran de goma y se deformaban al pasar los motorizados por encima. Llevaban una protección metálica alrededor.
Foto original de Wikipedia |
El caso es que salían más caros (a corto plazo) y se acababan desprendiendo también, habiendo ocasionado incluso daño a vehículos y personas, por su condición metálica. Es por eso que ahora se usan de plástico.
Me pregunto si realmente no se podrían poner simplemente indicadores como éste de la izquierda en el que hay una banda reflectante. Hace la función de delimitar la vía, están situados ligeramente fuera de ella, no molestando a los ciclistas, y su vida útil es mayor. Quizás sea más cara en un principio, pero me parece claro que lo caro es el ojo de gato que dura poquísimo.
- Los ojos de gato pueden ayudar a reducir la accidentalidad de los motorizados (aunque sólo por un tiempo muy limitado), pero aumenta la probabilidad de accidente del ciclista.
- La relación coste-beneficio es mala, debido al poco tiempo que duran los cachivaches en el asfalto.
- Es un derroche poner algo que se sabe que durará tan poco y que luego no es repuesto.
- Las razones de peligro por las que fueron puestas permanecen, por lo que parece que habría que buscar otra solución que, de paso, no moleste a los ciclistas.