lunes, 10 de abril de 2023

El eslabón perdido

Lillo (Toledo)

-Pepe, coge la bicicleta y vámonos al casino, que llegamos tarde a la partida con los amigos.

Hubo un tiempo en que esta frase no sonaba extraña en este nuestro país. Una época en la que se usaba la bicicleta de una manera muy natural en nuestras ciudades y pueblos.

Lillo (Toledo)

Desde su invención, allá por finales del siglo XIX, la bicicleta fue incrementando su uso, pasando a ser uno de los medios de desplazamiento más populares en la primera mitad del siglo XX, no solo en nuestro país. En las grandes ciudades se recuerdan nostálgicas fotografías de ciclistas montando en bicicleta de la forma más natural, con solo algún, o ningún, coche alrededor. Pero esto no solo ocurrió en las grandes ciudades. En las zonas rurales la bicicleta también se convirtió en un medio de transporte muy habitual.

Tembleque (Toledo)

Sin embargo, en los años 60 y 70 la cosa cambió. El acceso relativamente fácil al automóvil desbancó a la bicicleta, desterrándola a los trasteros y desvanes, no solo por el paso de esta al automóvil, sino por la ocupación del espacio público por este último.

Casino de Tembleque (Toledo)

En los últimos años se empieza a recuperar algo el uso de este eficaz medio de transporte que es la bicicleta. Por lo tanto, ha habido una serie de años en los que la bicicleta prácticamente desapareció de nuestras ciudades y pueblos, al menos para su uso como medio de transporte. ¿Pero esto fue así en todos los casos? No. Como ocurría con la aldea de Asterix, había algunos reductos que se negaron a ser invadidos por el coche, que nunca perdieron ese uso de la bicicleta, pueblos que siguieron viéndola útil y sus ciudadanos han seguido usándola hasta hoy. El eslabón (ciclista) perdido.

Villarrubia de Santiago (Toledo)

En los años 90 y posteriores pasé por esos pueblos a los que llegaba en un recorrido cicloturista (las fotos de esta entrada fueron tomadas en esos momentos), y nadie te miraba raro, eras uno más. De pronto, veías bicicletas aparcadas en las puertas de las casas, sin candado, esperando a su dueño (Lillo, Toledo). O el casino del pueblo (en Tembleque, Toledo) con varias bicis apoyadas en la pared, cerca de la puerta. O a un señor saliendo de su casa con una alforja de esparto (Villarrubia), para ir al mercado a comprar, o a la huerta a recolectar algo para comer al mediodía. O una simpática reunión de ancianos que debaten sobre temas de actualidad en su banco preferido, desde el que se tiene una panorámica de los campos anexos al pueblo, cada uno con su bici al lado, apoyada en su pata de cabra. O un increíble y continuo cruce de gente en bicicleta yendo y viniendo, como si fuera Amsterdam (Rincón de Soto). Uno se preguntaba: "¿Es que he dado un salto al pasado y no me he enterado?".

Un pueblo de Valladolid

Eran lugares a los que llegabas y te daban ganas de quedarte, no querías salir huyendo como ocurría en otras localidades. En algunos de ellos me quedé a pernoctar, sin ruido ni contaminación. Lugares amables.

Un pueblo de Valladolid

Esos lugares, que habían permanecido fieles a la bicicleta, son casos muy contados, pero incluso a los medios de comunicación les ha llamado poderosamente la atención. 

A continuación, pongo algunos ejemplos.

Rincón de Soto (Rioja)

Tembleque (Toledo)

Fuentes Claras (Teruel)
 
Pedanía de Rincón de Seca (Murcia)

Seguro que conocéis algún ejemplo más. ¿Me lo dices en los comentarios, por favor? Gracias.