Año 1988. Estoy en viaje de trabajo en Bélgica. Después aprovecho unos días para visitar algunas de las más emblemáticas ciudades de ese país, Brujas, Gante...
Me encuentro sentado en un banco, descansando, disfrutando la quietud de un
rincón con encanto, silencioso, vacío de otros turistas como yo.
Inmerso en el placer contemplativo veo entrar un ciclista en ese espacio,
suavemente, sin estridencias, llenándolo todo de una nueva luz con su bicicleta.
Me saluda con una ligera inclinación de la cabeza, apoya su bicicleta y se
sienta en un banco.
Yo aún no uso la bicicleta como medio de transporte y de viaje, por lo que me llama
la atención su bicicleta, llena de alforjas, bidones, tienda de campaña, saco
de dormir y esterilla. En pocas palabras, lleva la casa encima. Sin embargo, no
va vestido de ciclista deportivo, lleva una ropa cómoda y un sombrero que
parece prestado por Chico, el de los hermanos Marx.
Pese a venir en bicicleta, no parece cansado. Y si lo está, no lo refleja, pues
muestra una cara de satisfacción y lucidez.
Me quedo mirándole durante un rato. Sus movimientos pausados y calmados se mimetizan bien con el entorno en el que estamos.
Parece que no tiene prisa, que disfruta del momento. Bebe y come algo. Saca una libreta y comienza a anotar cosas. De vez en cuando levanta la vista y mira alrededor, como buscando inspiración o atrapando las cosas que le han pasado durante el día y tiene aún frescas en su mente.
Cómo le envidio. Envidio la placidez del gesto en su cara, la manera en que pierde su mirada, deja que la poesía del paisaje y los recuerdos del día le inunden el pecho en cada inspiración y luego lo deja salir todo, en una larga expiración, escribiéndolo todo en su libreta.
De vez en cuando se toca con la mano izquierda a la altura del corazón. La deja ahí un momento y luego la retira. Lo hace varias veces. ¿Le duele algo? ¿Siente algo? ¿Se está midiendo las pulsaciones? Yo creo que tiene que sujetarse el corazón porque se le sale de su sitio de puro sentir, de puro placer. No tiene que darle explicaciones a nadie, solo dejarse llevar por su bicicleta, disfrutar del regalo de cada momento vivido, llenando las alforjas y los bidones de sentimientos de plenitud.
Los dos hemos venido a dar a esta bella ciudad, pero
de manera distinta. Para mí, el trayecto en autobús hasta aquí ha sido
monótono. Hasta llegar a la ciudad no he comenzado a disfrutar. Para el
ciclista, sin embargo, el viaje hasta llegar aquí es lo más importante, ha estado
disfrutando cada colina, cada río, cada árbol. Los dos somos turistas, pero él,
además, es un viajero. Un viajero del corazón.
Él no lo sabía y yo tampoco, pero me estaba mandando mensajes solo con su
presencia. Estaba generando en mi unas inquietudes y emociones que explotarían
tres años más tarde, cuando me compré mi primera bicicleta e hice el primero de
muchos otros viajes cicloturistas.
Cada gesto que hacemos, cada cosa que expresamos, puede ser el detonante en
otras personas de algo que llevaban latente y no había salido aún. Este
ciclista fue parte de ese revulsivo que me inspiró a lanzarme a pedalear por
esos mundos con una bicicleta y cuatro cosas encima de ella.
Y desde luego, el libro "España en bici", de Paco Tortosa y Mª del Mar Fornés. Y otras muchas cosas más que, sin saberlo, te van marcando la vida, como un ciclista madrileño encontrado al año siguiente viajando en tren desde París. También me deslumbró con su relato personal de viaje en bicicleta por seis países europeos. Qué agradecido les estoy a todos ellos.
"El camino de la doctrina es largo; breve y eficaz el del ejemplo" -Séneca-
14 comentarios:
¡¡Ahh!!, que bueno Juan.
Si echo la vista atrás, como tu has hecho, recalo en una luminosa mañana de verano sentado tomando un refresco junto con mis padres y mi hermana en Linás de Broto, en Ordesa, allá por los primeros 80, -¡¡joder!!, que viejo es uno,- cuando una familia francesa formada por dos adolescentes y por sus padres, cada uno con su bicicleta cargadas con alforjas, pararon delante del hotel donde nos hospedábamos y se tomaron sendos refrescos junto a nosotros; yo inocente e incrédulo púber, con el pelo de la dehesa recién salido no iba crédito a lo que mis ojos vean, no podía seres podía viajar de otra manera que no en coche, pasaron los años y subiendo por la calle Atocha mis ojos se fueron directamente a un escaparate donde se encontraba una bici vestida con sus mejores galas: de carretera “Orbea, creo”, con sus alforjas Alpina y su saco de dormir y mi imaginación voló, voló, hacía paisajes desnudos, silenciosos y luminosos….
Es cierto, todos formamos parte de todos: tú eres yo y yo soy tú, todas aquellas personas que por un instante hemos compartido algún que otro instante por mínimo que sea nos hemos impregnado de ese ser que tenias al lado, nadie es solo él o ella, ¡¡que petulancia creérselo y que narcisismo!!, cuando la interrelación esta por todas partes, orbitamos junto a otros mundos en perfecto equilibrio gravitacional, ¡¡vaya!! Battiato otra vez.
Todo un verdadero placer leerte Señor Merallo.
Qué bonita historia, siempre me había preguntado cómo te iniciaste en el cicloturismo, y aquí está la respuesta, algo tan sencillo como esto. Supongo que tú también habrás influido para que otros se animen a iniciarse. (Yo también me decidí a usar la bici como transporte tras viajar por Europa en julio del 2000, entre otros sitios también a Gante y Brujas).
Qué interesante reflexión, Carlos. Gracias por compartir uno de esos momentos que recordamos que nos llevaron a lo que somos. Habrá tantos otros que ni los recordemos, pero que sin embargo nos habrán marcado como el que más.
Gracias Miguel.
En realidad esa es una de las varias razones que me llevaron al cicloturismo, he dejado caer alguna más, pero imagino que las cosas no ocurren porque sí. Y si además tienes una predisposición viajera o aventurera, pues ya tienes mucho ganado.
Parece que Gante y Brujas, que son ciudades, aunque habitadas por personas, también han tenido mucho influjo en muchas personas. Tenemos muchas cosas en común, como el cariño por los trenes, entre otros. Un abrazo a los dos.
Pues me ha gustado muchisimo , que lectura mas honesta y a la vez profunda, transmite sentimientos por los que hemos pasado alguna vez, me transportan a escenas diferentes , pero con la mirada parecida a la que nos muestras , que grande relato y como no leer a Carlos Gamo , acompaña muy bien al estar en sintonia con todo este relato, que grandes compañeros , que pena me da no haberos conocido antes, ya que me da la sensacion que os he disfrutado poco y tarde , para las historias que llevais en vuestras alforjas, os admiro por todo esto y por lo que me imagino de vuestras andanzas , como siempre un gustazo leeros. gracias por aportar tanto cada vez que nos contais trozitos que en realidad para mi son aventuras intimas de vuestras. andanzas.
Salud
Joaquin Morenoti
Me ha encantado Juan, como siempre. Gracias por compartir tu sentir, tus momentos y hacer de ellos algo emocionante que nos inspira. Gracias Juan !!
Joaquín, paisano. Tú tan tierno y amable como siempre.
Santy, gracias a ti, que eres un ejemplo actual a seguir y que estás inspirando a muchas otras personas,
Un abrazo
Muy bueno Juan. Gracias por compartirlo
Mi posteo se llamaría "El Ciclista Respuesta". Era enero 1998, 22años, estaba finalizado mi 3er mochileo a dedo por el sur de Chile. Quería continuar, ya soñaba con el proximo, pero a la vez ya estaba saturado del hacer dedo (autostop), depender de otres, laaaargas esperas sentado en la carretera con el pulgar arriba, la falta de autonomía. La pregunta estaba en mi cabeza... ¿cómo seguir? y la respuesta paso pedaleando con alforjas frente a mi justo en ese momento. Comenzó un año de preparación-entrenamiento usando la bici como medio de transporte Concon-Viña del Mar y luego, enero 1999, mi primer cicloviaje por la Araucanía andina. Mi agradecimiento para ese ciclista-respuesta.
¡Gracias Roberto!
Bonita hisoria, Otto, ese ciclista-respuesta vive inconsciente de lo que provocó en ti, pasando en ese momento y lugar precisos. Él simplemente estaba siendo él mismo, y sin embargo estaba siendo parte de ti también.
Cada día sembramos semillas por campos que parecen yermos. Nos alejamos de allí y un día sale una planta de la que no conocemos su existencia, pero de la que somos unos responsables involuntarios. Cuanta magia y poesía hay en este mundo.
Muchas gracias, por compartir estos bonitos recuerdos. Sigue contandonos...
Yolanda
¡Gracias Yolanda!
Hola Juan.
Me ha gustado mucho esta entrada.
Hace años que vivo en Bélgica y conozco bien Gante y Brujas.
Vivo en Geraardsbergen y cuando llega la primavera empiezan a pasar por aquí montones de cicloturistas. Muchos de ellos van dirección a Santiago de Compostela y provienen de diferentes rincones de Europa. Justamente por aquí pasa una de las rutas.
Me gusta tu blog, mi enhorabuena.
Un saludo.
Adrián
Gracias Adrián.
En 1988 no había tantos cicloturistas como ahora, pero los que había llamaban mucho la atención.
Saludos.
Publicar un comentario