martes, 17 de diciembre de 2019

Manual incompleto del sufrido ciclista de larga distancia



Este no es un manual al uso, es un manual desenfadado que puede ser útil para quien se inicie haciendo largas distancias de uno o varios días o a quien ya las hace y quiere buscar una identificación con lo que le pasa durante el pedaleo.

Se puede decir que serviría tanto para ciclodeportistas como para cicloturistas. Vamos allá:


- No te molestes en explicarle a alguien por qué haces cosas como “Ir en bici de Madrid a Valencia en el día”. La gente te escucha (en el mejor de los casos), pero no te entienden. No sabes ni tú mismo por qué lo haces, como para explicárselo a los demás.

- Inmediatamente después de una sufrida prueba de larga distancia no deberías pensar si repetirás o no. Los que te conocen no te creerán cuando digas que no vuelves a repetirla, porque lo has dicho muchas veces y has vuelto a hacerla.

-Sales a rodar y casi siempre haces más kilómetros de los que te habías propuesto. Has salido para hacer 80 kilómetros y acabas estirándolo a 110. No le des más vueltas, es así. De hecho, si ves que estás llegando a tu destino y el ciclocomputador marca 109,60 kilómetros, das una vuelta a la manzana para que llegue a los 110, que te luce mejor a la vista.

- Permite que la gente compruebe si tus cubiertas están bien hinchadas. En una ruta te paras a descansar un poco en un pueblo, alguien se te acerca, te ve las alforjas o la bolsa del transportín y del manillar y te pregunta “¿Vienes de muy lejos?”. Cuándo le respondes algo como: “Si, salí esta madrugada de Madrid, llevo 260 kilómetros”. En ese momento hay quienes van como posesos, en un incontenido acto reflejo, a tocar si está bien inflada la rueda delantera. ¡Como que ibas a haber hecho 260 kilómetros con una rueda desinflada!

- Alguien me dice: “Debiste gritar de alegría cuando llegaste al último control, después de 1.450 kilómetros en la Londres-Edimburgo-Londres”. Entonces hago memoria y lo que recuerdo al llegar al último control es que tiré la bicicleta en el primer sitio que encontré, busqué mi carné de ruta y fui a que me lo sellaran, andando con dolores de piernas, brazos y cuello (no hablemos del culo). Luego a buscar mis bolsas de viaje y algo para comer, todo con paso lento, barba de cuatro días y un gesto entre cansado, dolorido y dormido. ¿Qué le podemos contestar al que ha hecho esa pregunta sobre gritar de alegría en la llegada? La alegría viene después, pero es una alegría contenida, nada de alegatos románticos sobre sensaciones impresionantes en la llegada. Eso es cosa de los profesionales, que corren para el público. Nosotros aún no sabemos por qué corremos.


- No importa lo motivado que hayas iniciado tu ruta. Cuando llegue un momento de sufrimiento extremo por el frío, el calor, la lluvia, el cansancio, o lo que sea, irremediablemente te dirás: "¿Por qué no me habré quedado en casita, con lo calentito y a gusto que estaba yo en la cama?"

- Cuando dos ciclistas que, cada uno por su lado, llevan solos varios días se encuentran y comienzan a hablar, hablará más el que más días de ruta lleve, porque la soledad está bien los primeros días, pero acaba siendo dura y el ser humano es comunicativo por naturaleza. En 1996, realizando la transpirenaica yo solo, con bicicleta híbrida y alforjas, tras doce días de soledad, lo había coordinado para coincidir con los compañeros de mi asociación cicloturista, Pedalibre, para hacer cinco días de ruta cicloturista tranquila con ellos en su ruta por una parte del Pirineo, tomándome así yo un “descanso”. Les estaba esperando en la estación de tren de Puigcerdá y cuando llegaron les fui abrazando uno a uno a los casi 20 ciclistas que llegaron. Me miraban extrañados y uno le dijo a otro “¿A este que le pasa?”. No comprendían mi necesidad de hablar, de mostrar cariño hacia mis semejantes. Los sentimientos de un ciclista de larga distancia son incomprendidos por parte del resto de terrícolas.

- Si durante una ruta le preguntas a alguien por una dirección, después de mirarte la bici y el equipaje que llevas, inexorablemente se verá con el derecho a preguntarte de dónde vienes, como si dependiendo de donde vengas te fuera a indicar por un destino u otro. Si entienden que vienes de muy lejos, entonces presuponen que vas sobrado y tienes muchas papeletas para que te manden por el tramo más largo. Si entienden que vienes de cerca o te ven cara de cansado, entonces te mandan por un atajo, intentando que hagas los menos kilómetros posibles. El problema es que el atajo generalmente es una carretera o camino inmundo. Benditos GPS, que evitan preguntarle a nadie por una dirección.

- De todos modos, a veces sí que hay que preguntar, porque los GPS no son infalibles y a veces te llevan por recorridos turísticos muy interesantes, pero que no son lo adecuado si estás cansado y quieres llegar cuanto antes. Eso sí, jamás preguntes a alguien que no es ciclista cuantos kilómetros faltan a un destino. Te dirá casi siempre menos de la mitad de la distancia real. Asimismo no le preguntes a un automovilista si el tramo que te falta es llano o tiene pendientes. En coche siempre les parece que es llano. Me han llegado a decir como “llano” a una pendiente constante del 5% durante 4 kilómetros, sólo porque era una recta, y el concepto “recta”, en coche, se confunde con el concepto “llano”.

- No te empeñes, el viento casi siempre es en contra. Ya lo dice el refrán: "En la bici todo te da por culo, menos el viento, que te da de cara". Incluso cuando parado notas que el viento es a favor, en cuanto pedaleas, el movimiento que generas lo convierte en contra. Si quieres pedalear sin viento en contra, haz bicicleta estática en tu casa o spinning en el gimnasio.


- Aprende a convivir con el sonido del viento en los oídos. Poner la cabeza de lado o mirando al suelo no impide ese sonido del que te acabas haciendo compañero. 

 - Los días de tormentas de calor, el cielo espera a soltar todo su poderío lluvioso cuando apenas te faltan unos kilómetros para llegar a tu destino de ese día. Pero no creas que lo vas a burlar saliendo antes: la tormenta te está esperando cuando llegas a tu destino, independientemente de la hora, para que llegues bien mojado.

- Durante una ruta de varios días, cuando ya llevas las piernas molidas y te tomas un día de descanso para ver cosas fabulosas en esa ciudad o entorno de encanto, tendrás todo el día el remordimiento de que podrías estar avanzando algo más, yendo más lejos con tu bici. Por lo tanto, durante una ruta de varios días, para descansar un día conviene elegir esos días de previsión de lluvia persistente y pasarlo viendo museos en la ciudad por la que pasabas en ese día. Elige museos que tengan ventanales grandes desde los que se vea bien la lluvia en la calle. Disfrutarás más viendo la lluvia de la que te has librado a través de los ventanales, que de esa exposición de fotografías antiguas.

- No te obsesiones con el peso. Conocí un cicloturista alemán en un camping a los pies del Tourmalet que me enseñó cómo había conseguido rebajar (unos gramos) el peso de su equipaje con gestos como cortar a la mínima esencia el mango del cepillo de dientes. Estuve por preguntarle, irónico, si no hubiera ayudado a rebajar aún más el peso el quitar algunos de los pelos del cepillo. Preocupado tras escucharle, me propuse no ser como él. A veces lo consigo.

- Anota lo que te pasa cada día. Muchas de las cosas que estoy escribiendo aquí no serían posibles si no las hubiera anotado. Eso sí, cuando repases las notas tiempo más tarde, te parecerá que estás leyendo las anotaciones de otra persona.

- Habla con las gentes del lugar. Mejor que ellos te cuenten sus cosas. Cuéntales las tuyas sólo si te preguntan. Aprenderás mucho, que es una de las esencias de los viajes en bicicleta. En un pueblo de la Sierra de la Cabrera (Zamora), hablando con una anciana, le pregunté si era muy antigua aquella vetusta ermita románica que teníamos enfrente, de por lo menos 400 años. “Si debe serlo, sí”, me contestó “porque ya estaba aquí cuando yo era pequeña”.

- Si quieres que no llueva, párate a ponerte el chubasquero. Tras esa subida en la que el chubasquero te ha dado tanto calor por el esfuerzo, te lo quitas y, no lo dudes, entonces comienza a llover. Habrá quien te diga que es porque en algunas laderas se acumula más la lluvia y estás entrando justo en ese lado, pero hazme caso, en realidad la lluvia la generas tú porque te has quitado el chubasquero.

- Si quieres que el cielo se nuble, embadúrnate de crema solar. Es cerrar la crema y guardarla en las alforjas y comienzan a salir nubes hasta de debajo de los canchos.

- Todas esas cosas que llevas desde haces años en las bolsas de la bici “por si acaso”, como una manta térmica perfectamente doblada, unas tiritas que ya no pegan, toallitas húmedas ya secas, el tubito de crema protectora de labios que será imposible de abrir por haberse fundido la tapa con el contenido tras tantas horas de sufrido calor, la crema protectora de sol caducada hace años… el día que hagas limpia y te deshagas de ello, diciéndote que no lo vas a llevar en el próximo viaje porque no te ha hecho falta hasta ahora, no te quepa duda que justamente te hará falta.

- No hay nada más obsceno que escuchar a dos ciclistas tener una conversación sobre escoceduras en el perineo por rozaduras con el sillín. Además es cómico verles desde la distancia, sin escuchar lo que dicen, mientras se tocan sus partes para explicar donde les dolía y andando torcido para hacerse entender el dolor que sufrían. Y ya no te digo nada cuando muestran al otro como se echan la crema, viéndoles desde lejos echando la mano adelante y atrás por toda la pelvis y el ano.

- Y no hay nada más surrealista que escuchar a dos ciclistas compitiendo por ver a quien le duró más tiempo la parestesia (pérdida de sensibilidad) en las almohadillas de las manos tras una ruta de larga distancia de varios días. Acabarán comparando los bidones de agua, para ver cuál de ellos tiene tanta porquería dentro que se puede decir que tiene vida propia.

- Ojo, llegar a la meta de una prueba con la cara llena de barro no da más puntos. Lávate la cara en los controles y en las fuentes, que el agua es gratis. 


- En una prueba, si tus supuestos compañeros te dejan tirado, porque están más fuertes y aquellas fatuas palabras dichas los días anteriores de “vamos todos juntos, se espera al más lento”, pues resulta que no iban por ti, no se te ocurra echárselo en cara, porque te dirán que la culpa es tuya, que tenías que haber entrenado más, que no se puede venir a una prueba de estas en ese estado de forma. Curiosamente, si eres tú el que está más fuerte y, tras un tiempo de espera y paciencia en la ruta, ves que la cosa no funciona y no vais a llegar en tiempo, por lo que les dices que vas a tirar hacia adelante, tienes todas las papeletas para que te digan cosas como “lo primero es el grupo” o “vaya cagaprisas estás hecho, en estas pruebas se viene a disfrutar, no a correr, aunque no se llegue en tiempo. Nosotros sí que lo vamos a pasar bien, no tú”. La complicada condición humana. 
 
- Si tienes alucinaciones pedaleando durante la noche, no es que te hayan puesto algo en la bebida. Simplemente llevas un déficit de sueño y un exceso de cansancio, quizás unido a una deficiente nutrición. Considera la opción de parar a dormir un poco o acabar ahí mismo la aventura. Los riesgos se incrementan exponencialmente en esa situación. En la Londres-Edimburgo-Londres de 2017 yo estaba convencido la cuarta noche que a Ian Haslett y a mí nos perseguían corriendo por el arcén unos individuos y que a Ian las manos de algunos de esos individuos le intentaban sujetar el manillar viniendo desde la rueda delantera. En realidad esto último eran las gotas de lluvia que venían de su rueda y se iluminaban con el faro, creando formas, pero en esos momentos la mente no estaba muy lúcida y veía (y se creía) ciertas cosas.

- Te compras lo último de lo último en ropa técnica para no sudar, o en componentes fetén para tu bici. Te preguntas cuándo estrenarlo y lo dejas para un caso especial, como esa prueba para la que te has estado preparando todo el año. Gran error. Las cosas hay que llevarlas todas probadas para ese día importante, porque si no el día de la prueba la ropa te rozará (aunque entrenando no te hubiera rozado si la hubieras usado) y el componente top gama no será adecuado para tu bici y fallará. 


- Ves las previsiones de algo de frío y te llevas ropa como si fueras de ruta al Cabo Norte. Cuando avanza el día, el sol calienta y te sobra, no tienes donde ponerla y te aguantas con ella, con la cara colorada y diciendo que no pasa nada, que viene bien para las bajadas. Lo mismo pasa los días de primavera y verano, que a primera hora hace frío pedaleando al lado del río y dices que no te llevas ropa de abrigo ni guantes largos, porque total, para un rato. Y ahí estás tú, criando sabañones. La solución para todo ello es llevar una bolsa en la bici en la que guardar la ropa y llevar comida, que la excusa de que la bici va a pesar más es inconsistente después de las comilonas que te has estado metiendo toda la semana.

- Cuidado con lo que comes durante la ruta y sobre todo en las paradas oficiales de la grupeta para picar algo. Cada uno es cada cual, pero aquella mítica frase de "puedo comer lo que quiera, porque con el ejercicio lo voy a gastar", no pasa a ser cierta por repetirla muchas veces, solo es una frase para lavar conciencias. Hay alimentos, y lo sabes, que no vienen bien, ni mientras estás pedaleando, ni después: afectan a tu rendimiento, a tu organismo, y -de paso- al planeta.

- Las mosquitas que te merodean la cara subiendo ese puerto, no son las mismas del puerto anterior. Estas mosquitas son una franquicia de aquellas. Cada puerto tiene las suyas propias y están ahí para eso, para hacerle la vida más dura al ciclista en la subida. No sirve de nada ir más rápido para intentar esquivarlas, pues se posan en tu espalda, tu casco, tu gorra o directamente en el manillar, con vistas privilegiadas del recorrido. Cuando, ya agotado, reduzcas la velocidad porque esas cuestas te impiden ir rápido mucho tiempo, las mosquitas volverán a intentar meterse en tus oídos, tus narices, tus ojos o tu boca, que es en definitiva su cometido: molestar lo más posible para aumentar la épica de tu ascensión.

- Si tu guardabarros no te roza nunca en las ruedas, no lo cambies, aunque no hagan por completo la función de expulsar el agua lejos de tus piernas, tu espalda y tu cara. Cuando pongas un guardabarros nuevo, supuestamente mejor, comenzará a rozar en todas partes y echarás de menos el antiguo, que ya habrás cometido el error de vender en Wallapop. 


- A tus zapatas de freno no les pasa nada. Te quedas en una cuesta porque no puedes seguir a tus compañeros y ya empiezas a mirar las zapatas, porque dices que oyes un ruido y que crees que vas frenado. El ruido es el pito que te viene de los pulmones porque están a punto de reventar. El freno es tu estado de forma, bastante mejorable. No importa, ya cogerás a tus compañeros en la bajada, si eso.

- Cuando haya una sequía galopante en tu región, puedes acabar con ella con el simple gesto de limpiar a conciencia tu bicicleta. En la próxima ruta que salgas a pedalear para lucirla en todo su esplendor, comenzará a llover para que todo el trabajo haya sido en vano. Eso sí, los agricultores y los embalses te lo agradecerán.

- Hay unos seres que aparecen de la nada, en medio de un puerto y te dicen estas tres palabras: "ya estás arriba". Siempre las mismas. No te dicen "Estás terminando", ni "faltan 800 metros". No. Dicen "ya estás arriba", así, sin anestesia. Uno mira hacia adelante y ve que no, que no estás arriba, que ante ti aún se presenta una cuesta interminable. Generalmente lo que te quedan son unos rampones del quince, o tres kilómetros todavía por subir. Por lo tanto, poner en cuarentena siempre lo que te digan en la subida a un puerto.

- Hablar de larga distancia con el típico ciclista que se hace 100-150 kilómetros (o menos) los fines de semana, es complicado. Lo que siempre me ha llamado la atención es que tu les hablas de distancias de 300-600-1200 kilómetros y, curiosamente, te suelen hacer la misma pregunta: "¿Y no paráis?". A lo que me dan ganas de decirle que no, que nos meamos y cagamos encima, que para eso está el agujero prostático del sillín, para que se vayan por ahí los desechos. Pero como no quiero liarla, les explico que si, que paramos para comer. Entonces, increíblemente, te contestan: "Ah bueno, así cualquiera". Claro, lo que tiene mérito es hacerse 1.200 kilómetros del tirón, sin parar a comer, lo otro es insignificante. 

Si se te ocurre alguna cosa que añadir, dímelo en los comentarios o a mi correo personal, que lo tienes al principio de la página, e intentaré añadirlo al texto. Gracias.

14 comentarios:

Néstor Nélida dijo...

Tiene sus puntos realmente hilarantes. Naturalmente con algunos coincido, con otros no.

juan merallo dijo...

Claro Nestor, no todos somos iguales. Pero me alegro que lo hayas pasado bien leyéndolo.

Peri dijo...

Grandes verdades muchas de ellas 😂 se resume en "en la bici todo te da por culo menos el aire que te da de cara" 😂 y con todo y con ello, el deporte más bonito del mundo mundial con diferencia ✌️😻

Iñaki Bes dijo...

Muy bueno, me he reído mucho y muchas cosas me han pasado tal cual 😀😀😀 sobretodo el preguntar cómo es la pendiente a un no ciclista y que te digan casi llano cuando hay un puerto jajajaja

Unknown dijo...

hay otra que se dice mucho... con lo a gustito que se estaba en la cama y como estoy aqui sufriendo la lluvia-frio-cuesta infame. Quien me mandaria a mi salir este dia. Esto siempre se dice o piensa cuando la incomodidad extrema del momento sale a la luz.

juan merallo dijo...

Gracias a todos. Tomo nota de lo que habéis comentado, Peri y Unknown para una revisión del artículo.

juan merallo dijo...

Incluidas en el artículo las sugerencias que me habéis hecho. ¡Muchas gracias!

Eva dijo...

Gracias Juan, como siempre un placer leerte y saber que sigues pegado a tu bici.

juan merallo dijo...

Gracias a ti también Eva

MADRIZ CREACIÓN Y GESTIÓN PUBLICITARIA dijo...

Divertido y aleccionador :-)
Sin duda mis lecciones estrella son:
-Te prometes no preguntar jamás a nadie no ciclista (y menos automovilista) lo que queda o si hay mucha subida. Pero por mucho que te lo propongas, lo preguntas, quizás por esa necesidad de comunicación cuando vas solo. Aunque aprendes a escuchar con todo el escepticismo del mundo...
-Si vas conociendo un nuevo territorio, es un error comparar las rutas cicloturistas con los entrenamientos o las salidas con los colegas del fin de semana. Si quieres disfrutar paisajes, micropaisajes, personajes, sabores y olores, sesenta kilómetros son muuuyyy largos para una jornada.
Quizás la segunda reflexión no es para un ciclista de "larga distancia", pero es la mía ;-)

Anónimo dijo...

Apunto el sabio axioma añadido que espero pase al acervo popular castellano que viene a decir que cuando sales en bici todo te da por culo menos el aire que siempre te da de cara.
Un placer enorme la lectura.

Saludos desde Alcalá de Henares.

juan merallo dijo...

Gracias a Madriz y Alcalá de Henares por añadir reflexiones a este manual.
Lo del aire de cara ya está incluido tras la referencia, muy acertada, de Peri.

Unknown dijo...

Maravilloso. Qué artículo. Qué blog. Todas son verdades basadas en el empirismo del que se fusiona con ese armazón de acero en las muchas ocasiones. Estoy de acuerdo en casi todas, sin ser cicloturista hago unos 110 kilómetros semanales de media y desafío el mal tiempo cual Quijote con mi Rocinante.... así que en mi experiencia añadiría también que si se lleva más ropa porque se supone que va hacer bastante frío, en la mayoría de los casos te sobrará y viceversa varía si trascurre la ruta por arbolado o a la interperie pues el viento y el frío se sufre más. Ahora ya no tanto pero antes me pasaba eso. También mi chica que estuvo tres meses en Holanda realizando un proyecto en un pueblecito hermoso, en una zona de los polders, un lugar idílico quasi virgiliano a unos treintapocos kilómetros al norte de la ciudad de Amsterdam quiso ir en bicicleta para disfrutar de la urbe, fijó la ruta con Google Maps y no tuvo ningún problema durante el trascurso hasta que se topó de golpe con un camino cortado por obras y eso google Maps lo desconoce. En un lugar, rodeada de rios y de pastos y vados sin visibilidad, de noche sin otra ruta alternativa se tuvo que dar la vuelta y volver al pueblecito. Moraleja no hay que fiarse siempre de Google maps porque por obras o cortes te pueden fastidiar el viaje y meterte en un buen lio. Dado que a veces, sí son caminos poco importantes, no se verá reflejada la información actualizado. Un cálido saludo. De koke otro enamorado loco de las dos ruedas

juan merallo dijo...

Gracias por tus aportaciones, Koke. Prometo incluirlas. Y gracias por tus palabras en general.