Se cometió un error cuando, durante mucho tiempo, la bicicleta fue considerada casi exclusivamente como un utensilio deportivo. Tanto las administraciones públicas, como buena parte de la sociedad lo consideraron de ese modo, pese a que en los países de nuestro entorno había otra realidad y a las quejas de los (pocos) grupos de ciclistas urbanos de aquella época.
Según mi opinión también ocurrió durante un tiempo que los ciclistas deportivos reivindicaban sólo sus problemas más cercanos, dejando las necesidades del ciclismo urbano, el recreativo y el familiar como algo ajeno a ellos, sin pararse a pensar que la promoción y defensa de otros tipos de ciclismo era también positiva para ellos.
Con el actual auge del ciclismo urbano, las administraciones están teniendo en cuenta a sus representantes sociales en forma de asociaciones de defensa de la bicicleta como medio de transporte. Hablan con ellos, algunos incluyen sus reivindicaciones en los programas electorales, les conceden subvenciones, organizan de forma conjunta congresos y campañas, escuchan sus necesidades y, a veces, hasta las llevan a cabo. Hoy en día ninguna administración pública que quiera hacer bien las cosas en el ámbito del ciclismo urbano deja de contar con la opinión de los representantes de estos ciclistas, que a su vez son expertos en el tema y buenos conocedores de sus verdaderas necesidades.
Es por ello que me sorprende que algunos ciclistas urbanos no incluyan en sus reivindicaciones las necesidades de los ciclistas deportivos, cayendo en el mismo error que en su día cayeron estos últimos ciclistas. Si no se tiene en cuenta a todo el colectivo ciclista en general, siempre habrá una pata de la mesa que estará coja y eso, a la larga, perjudica a todos.
Los ciclistas deportivos lo tienen también muy difícil, cada vez más difícil, y en ocasiones quizás no están llevando tampoco un enfoque totalmente adecuado como voy a tratar de explicar en otro artículo que estoy escribiendo y que publicaré pronto, y muchas de sus necesidades son indudablemente comunes. Y las que no lo son, lo acaban siendo tarde o temprano.
Todos creemos saber de todo en la bicicleta, pero ni los ciclistas urbanos saben bien las necesidades de un grupo de ciclistas de carretera, ni éstos últimos de las necesidades de los primeros. Circular por la ciudad en una bicicleta de carretera para salir a la periferia a entrenar no da ni el 10% de conocimientos del terreno urbano que te da utilizar la bicicleta de manera habitual para desplazarte por la ciudad. Lo digo por experiencia, pues aunque soy netamente ciclista urbano y cicloturista, también soy asiduo practicante de la bicicleta como deporte.
Respetémonos, conozcámonos y aprendamos los unos de los otros. Eso nos hará más cómplices y más capaces de valorar a la bicicleta de una manera más amplia en nuestras relaciones con las administraciones públicas.
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