El siguiente texto pertenece a mi buen amigo Fabio Arévalo, colombiano y consultor en desempeño humano, como aparece en su firma.
Es interesante leer como cualquier acción que haga detenerse a los coches (llamados carros, en Colombia) un tiempo tiene unos beneficios enormes. Eso nos debería hacer pensar que si tan beneficioso es hacer parar a los coches ¿por qué no se les para más a menudo? ¿por qué no se les pone trabas en vez de facilidades? La movilidad sostenible, como la que supone el uso de la bicicleta en las ciudades, saldría beneficiada.
En el caso que Fabio Arévalo nos expone queda claro: cada día en Bogotá hay entre dos y tres decesos por accidentes de tráfico. En esta jornada sin coches: cero fallecimientos, justificando por si misma la jornada, y eso sin contar los otros beneficios que el propio Fabio expone. Y el bello detalle de ver que se quemaron 100 toneladas de grasa corporal. La solución a los problemas de obesidad no pasa sólo por hacer ejercicio y comer más saludable. Pasa por disuadir del uso abusivo del automóvil.
¡Por ciudades más sanas y por ciudadanos también más sanos: Menos coches y más bicicletas!
Día sin carro: 100 toneladas menos de grasa
Por Fabio Arévalo Rosero MD*
Interesante el proceso democrático y de convivencia vivido en la décima versión de la jornada del Día sin Carro en Bogotá. Más aún en una ciudad que siempre fue vista, desde adentro y no menos desde afuera, como poco cívica y caníbal por excelencia. Hay suficientes expresiones que demuestran que la actitud de este día no es aislada y muestra cómo el comportamiento colectivo mejora la calidad de vida
El argumento de pérdidas millonarias por parte de algunos comerciantes, como los magnates del combustible y dueños de parqueaderos, no puede estar por encima de los evidentes efectos sobre el medio ambiente y el nivel de conciencia que cala en la sociedad. El enorme volumen de galones de gasolina que dejaron de venderse y contaminar, enfermaron menos niños y adultos que padecen asma u otros problemas respiratorios.
No se puede justificar como pérdidas los recursos dejados de percibir por cuenta del derroche de combustibles fósiles y la nociva contaminación. No se puede defender como perjuicio evitar la excesiva rentabilidad de unos pocos, oportunidad que se la merecen también los menos favorecidos. Es el caso de los conductores de buses y taxis que en la mayoría de los casos duplicaron sus ingresos, y el sistema TransMilenio que mejoró su ocupación casi en un 40% transportando cerca de un millón cuatrocientas mil personas.
Que democracia; más gente viajando junta y en condiciones equitativas. Más gente caminando y disfrutando de la ciudad, más personas haciendo uso de la bicicleta y las ciclorrutas. Ese día el dominio, la opulencia del carro y la odiosa discriminación se olvidaron asumiendo una postura más humana. Las avenidas, plazas, andenes, calles, etc. fueron ocupadas primordialmente por personas que hicieron en promedio un 20% más de ejercicio físico, lo cual mejoró su metabolismo y su salud.
El uso de la bicicleta especialmente en las ciclorrutas se incrementó en un 65% con relación a un día corriente. Hubo pocos lesionados leves en accidentes vehiculares, pero lo más importante fue que se salvaron al menos dos vidas en una ciudad donde diariamente puede haber dos o tres decesos por accidentes de tránsito. Cero fallecimientos justifican plenamente esta jornada
El éxito de estas iniciativas nacidas en medio del escepticismo y la incredulidad, está en el respeto a la vida y la construcción de un modelo de ciudad más equitativa. Una ciudad incluyente que como en este caso tiene más de 300 kilómetros de ciclorrutas, una gran ciclovía dominical para disfrutar. Pero igualmente motiva a tomar decisiones fundamentales para fortalecer el transporte colectivo a través de propuestas exitosas en ciudades organizadas como por ejemplo implementar un sistema de tren ligero. Una solución intermedia entre el fastuoso metro y el mismo TransMilenio.
El millón de galones de combustibles fósiles que dejaron de quemarse y emitir gigantescas cantidades de CO2 fueron reemplazados por unas ¡100 toneladas de grasa! que salieron de los cuerpos de los bogotanos. Ello se explica porque al menos unos dos millones de personas se activaron físicamente de diversas maneras con un gasto calórico adicional de unas 500 kilocalorías "per cápita". Esas mil millones de kilocarías equivalen a quemar 100 toneladas de grasa corporal. Un maravilloso trabajo en equipo para esa misma ciudad que a partir de estos ejercicios se vuelve más solidaria con el empeño de ser mejor de la mano de la gente y por encima de sus gobernantes.
fabio121@gmail.com
*Consultor en desempeño humano, Ecoplan International