La bicicleta puede esperar
A finales de los 70 se estrenó una película dirigida y protagonizada por Warren Beatty, con el sugerente título de El cielo puede esperar.
La bicicleta, como el cielo, por lo que se ve, también puede esperar. O esa es la sensación cuando uno recorre algunos despachos de las administraciones públicas estatales. Hoy la razón es porque no hay dinero, ayer porque no era una prioridad, o no era el momento social o no era la oportunidad o cualquier otra excusa peregrina que encierra un alto grado de prejuicios contra este medio de transporte.
Esa es la sensación que saqué el pasado día 21 de marzo de 2012 tras una reunión en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a la que asistí, como representante de ConBici, junto a Marisol Otero, de la Plataforma Empresarial de la Bicicleta, y Belén Moneo e Iñigo Cobeta, de Madrid en Bici, arquitectos.
Dado que no nos recibía ni el ministro, ni el Secretario de Estado, nos iba a recibir en principio la Directora General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural, Guillermina Yanguas. Sin embargo, al llegar se nos anuncia que ella se ha tenido que ir a una reunión, por lo que nos recibía la Subdirectora, Maj-Britt Larka. Vamos bajando de escala. Tengo, de nuevo, la eterna sensación de que la bicicleta no es importante en las agendas políticas. Si surge otra reunión, otra actividad, de la bicicleta y los ciclistas se puede prescindir.
Exponemos la situación de la bicicleta, cómo ha crecido su uso como medio de transporte en los últimos años, cómo el número de interlocutores sigue aumentando (usuarios, empresarios, red de ciudades, bicijuristas…) y, sin embargo, los impulsos institucionales a favor de su uso no se ven acompañados por este crecimiento. Hablamos de cómo estamos perdiendo la oportunidad de acoger el enorme potencial de turismo extranjero ciclista de viajes, que se va a otros países huyendo de las pobres condiciones españolas, y las razones por las que eso ocurre.
Les hablamos de tantas cosas. De la falta de impulso del proyecto EuroVelo, de la nefasta legislación de tráfico, de la mala accesibilidad de la bici al transporte público. No sacamos ningún compromiso. Les preguntamos sobre la Ley de Movilidad Sostenible. Nos explican que llegó a un punto muerto en el que ahora mismo no hay prevista una salida. Decidimos actuar pidiendo su activación en las más altas esferas. Escribiremos a esos que no nos han querido recibir. Es nuestra única opción, por lo que se ve.
Les comentamos sobre el Código Técnico de la Edificación, sobre la idoneidad de incluir un espacio para bicicletas en toda nueva obra residencial y terciaria. Cuando estuvimos en el Ministerio de Vivienda hace unos meses tratando este tema nos dijeron que teníamos que hablarlo con el Ministerio de Fomento. Cuando estuvimos en este Ministerio de Fomento nos dijeron que lo habláramos con el de Medio Ambiente. En este último nos dicen que ellos no tienen competencia alguna y que, aunque les parece muy buena idea, no pueden hacer nada. Creíamos estar cerrando el círculo, pero este extraño círculo no tiene cierre. La línea de este círculo nos ha llevado al borde de un precipicio al que no nos queremos asomar, porque a algunos nos da ya vértigo tantas negativas, tantos prejuicios, tanto buen rollo acompañado de ninguna acción.
Viendo que nos vamos con las manos vacías, les presentamos un proyecto para que, cuando menos, lo lideren. Se trata de ir cogiendo toda la información dispersa sobre la bicicleta, unificando dicha información, para mejorar su accesibilidad. Esa información a unificar sería básicamente normativa, estadísticas, usos de la bici, vías ciclistas, planificación, coordinación... Mucha de esa información ya existe, ya está accesible (aunque repito que dispersa), sólo habría que solicitarla a quien lo lleva y luego ponerla en valor mostrando una información que sería de utilidad. En principio se nos vuelve a decir que no hay dinero ni personal. In extremis conseguimos que al menos “estudien” el tema. Esperaremos, una vez más.
Son malos tiempos, son tiempos de silencio, porque lo que se nos contesta es parecido a un silencio, a una falta absoluta de implicación. Los buenos propósitos son cápsulas de aire que al abrirlas esperanzados se nos escurren entre los dedos, perdiéndose en el ambiente, este ambiente degradado que las bicicletas podrían ayudar a mejorar si se nos diera el apoyo necesario para que fuera así.
Decía Iñigo Cobeta al salir de la reunión, medio en broma, medio en serio, que lo único que nos queda es la acción directa. Pudiera ser. Desde luego se me quitan las ganas de volver a perder mi tiempo recorriendo pasillos de ministerios en los que las bicicletas son artefactos extraños como en aquel relato de Julio Cortázar.
Cansados de esperar, sólo nos queda pedalear, porque pedaleando llegamos cada día al cielo, a ese cielo que puede esperar, pero las que no pueden esperar más son nuestras bicicletas.