lunes, 2 de septiembre de 2013

Gracias a la bici que me ha dado tanto


Hay pequeñas cosas que hacen especiales ciertos momentos. Para mí algunas de ellas son: el olor que deja la primera lluvia después de tiempo sin caer agua, el olor del castaño en flor, un beso de buenos días, sentarse a meditar en un ambiente sosegado y natural, olerse las manos después de haber acariciado las hojas de las tomateras, salir del trabajo en bicicleta el último día antes de las vacaciones y, sencillamente, montar en bicicleta porque sí, sin razón aparente, por el gusto de hacerlo, dejándose llevar por esa inercia del pedaleo.

Alguna de esas veces que me da por imaginar que hubiera sido de mi vida con un pasado diferente, pienso como hubiera sido sin la bicicleta. Durante esa visualización siento un vacío vital, una caída a las profundidades, un vértigo inexplicable. Cuando me invade esa creencia de haber estado sin bicicleta todo este tiempo, del pasado sólo me quedan un puñado de buenos recuerdos, pero mutilados por la falta de “la pequeña reina” (así le llaman los franceses a la bici), mi preferido modo de transporte, ocio y deporte.

No me imagino esos viajes cicloturistas por tantos lugares increíbles habiéndolos hecho con otro medio de transporte. El cicloturismo te hace sentir las cosas de una manera tan emotiva, tan cercana. Te obliga a integrarte en el territorio, a hablar con las almas del lugar, escuchar las voces de las personas, el susurro del viento, los sonidos de otros seres animados; nos permite oler los perfumes que la naturaleza nos regala generosamente.

Subir en una bicicleta y comenzar a hacer kilómetros sin pensar en el tiempo que pasa, esa ha sido una excepcional manera de hacer fuerte mi corazón, bajar mi colesterol, regular mi peso, liberar endorfinas y tantas otras cosas buenas para mi salud. ¿Cómo habría sido mi salud sin la bicicleta? No me lo quiero ni imaginar.

Ir en bicicleta para los desplazamientos diarios por la ciudad es un fantástico modo de demostrar amor por tu ciudad, de respetarla con tu silencio, de no liberar malos humos a tus vecinos, de dejar la ansiedad, de descubrir que tu ciudad también es bonita. No tiene precio esa alegría con la que aparezco cada día en el trabajo, tras mi pedaleo diario por esas calles sedientas de cariño.

Hay quien me pregunta que por qué “pierdo” tanto tiempo en todas esas tareas reivindicativas ciclistas que tantas horas semanales me suponen. El trabajo voluntario, dedicar tiempo libre a hacer cosas que sabes que son buenas para la sociedad, es tremendamente satisfactorio, porque las satisfacciones no materiales permanecen mucho más tiempo en esa parte de la mente que gestiona la felicidad. Si además lo que haces sirve para mejorar las condiciones de los ciclistas y eres un convencido de que eso es bueno para todos, incluso los que no usan la bicicleta, entonces la satisfacción está garantizada.

En realidad sólo tengo que mirar al pasado, imaginármelo sin bicis y descubrir muy claramente la razón de mi agradecimiento a la bicicleta, de este agradecimiento al estilo de aquella canción de Violeta Parra. Puedo decir sin faltar a la verdad que sin la bicicleta hubiera sido como vivir la vida de otro.

A este vehículo, a los que lo inventaron y a los que siguen apostando por él, no puedo más que darles las gracias. Gracias a ellos y a mi bicicleta por haber aportado tanto a mi vida.

11 comentarios:

miguelgm66 dijo...

Me ha gustado mucho tu relato, la verdad es la bicicleta te hace tener una especial sensibilidad por muchas cosas que de otra forma pasarían desapercibidas, a veces me pregunto cómo puede haberse inventado una máquina tan perfecta y que tantas sensaciones buenas produce. (Desde luego, el uso de la bicicleta como transporte u ocio tranquilo, no como competición, que es algo muy distinto).

A mi una de las cosas que me enseño la bici fue a querer a mi ciudad, Madrid, a la que hasta entonces veía como hostil y desagradable.

juan merallo dijo...

Miguel, coincido contigo. Yo también descubrí Madrid cuando comencé a moverme en bicicleta por ella. Antes me parecía una ciudad ingrata. Ahora me cae más simpática.

un amic dijo...

Juan, muchas gracias por tu comentario, que como todos las opiniones, son solo eso....una opinión, (aunke como en esta ocasión, al menos por mi parte, es compartida). Pero mi agradecimiento es también por la forma en que está relatado. Dceirte, también que me he visto bastante identificado en casi todo, (sobre todo en los comentarios sociales que "sufrimos", que al menos a mí me desconciertan un poco, aunke por otra parte, que alegría ser diferente de alguna gente, no??). Y por último me gustaría compartir una reflexión que un amigo que "se pasó" a la bici me hizo y me encantó. Este amigo me dijo que lo que más le había ayudado la bici en sus desplazamientos era a tener más CONCIENCIA de los mismos, que con la falta que nos hace en los tiempos que corren de tener conciencia de las cosas que hacemos, es un motivo para decir...gracias a la bici, que me das tanto...
recibe un abrazo desde Valencia, salut i bici
Vicente, Rodamons-AMA

juan merallo dijo...

Así es Vicente, tu amigo tiene la razón que siempre acompaña a la inocencia, al que descubre algo y aún siente lo que viene de origen sin fecha de caducidad. La conciencia del desplazamiento es lo que hace que podamos decir que en bicicleta es más importante el trayecto que el propio destino. El destino es al fin y al cabo el final y el final implica dejar de disfrutar del pedaleo. Aunque, afortunadamente, siempre sabemos que hay que volver.

Javier Garcia dijo...

Sencillo y especial, fantástico escrito Juan, me siento totalmente identificado y me da muchos ánimos. Somos en cierto modo unos "raros", pero dentro de nuestra rareza somos extraordinariamente iguales. ¿Qué narices tienen estos cuatro hierros con dos ruedas que nos enganchan de esta manera?

juan merallo dijo...

Gracias Javier.

Cuando lo raro se convierte en habitual deja de ser raro. Cada día más, ir en bicicleta está empezando a ser algo habitual.

Anónimo dijo...

Haces honor a tu segundo apellido.
Mariano

juan merallo dijo...

Gracias paisano!

Pilar dijo...

¡Muy lindo querido Juan!

Al conocerte muy bien puedo dedicarte estas célebres frases de Beltor Brecht

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, ésos son los imprescindibles.

Anónimo dijo...

Gracias Juan...hacia tiempo que meditabas ...y no escribías..encantado de leerte....me anima mucho...hace que no me sienta raro.....

velo et. liberte.

un abrazo. desde Murcia

...paco...

Kartotxita dijo...

¡Preciosa entrada! Lo comparto totalmente... la bici es una forma de vida, una forma de pensar, de sentir y de relacionarse. ¡Es una maravilla!