lunes, 31 de diciembre de 2012

Las bellas imágenes de las rutas cicloturistas

Amanecer en el embalse de Orellana la Vieja
Llevo un tiempo sin publicar debido principalmente a un fuerte compromiso reivindicativo que no me deja tiempo para el blog, pero aún así no desisto y prometo intentar ir metiendo algunos textos y algunas reflexiones que tengo escritas a medias. 

Hoy voy a poner un corto texto escrito en agosto de 1996 durante una ruta cicloturista realizada por la Siberia extremeña con mi sobrino Agustín. Al levantarnos por la mañana, de madrugada, vimos esta preciosa luz de amanecer que podéis ver en la foto que hice en el momento, que nos conmovió y que me llevó a escribir estas sentidas palabras. 




"Suena el despertador de mi reloj. Apenas si empieza a notarse un poco de claridad, pero tengo que levantarme ¡Me han hablado tan bien de los amaneceres en el embalse de Orellana!
Asomo la cabeza, aún con los ojos soñolientos, por la tienda de campaña. La vista es de otro mundo: el tibio amanecer, que dibuja el horizonte con un color sepia degradado, vierte su sangre tiñendo el agua de un rojizo intenso. Sólo recuerdo una belleza igual en aquel atardecer en Valdezcaray: totalmente solo, con aquellos azules oscuros y rojos, oyendo únicamente el viento y el tintineo de las campanillas de las vacas a lo lejos; aquella sensación de sentirme hermanado con la montaña, que me ofrecía sus paisajes a cambio de mi silencio y mi quietud.
Aviso ahora a mi compañero de viaje que seguía durmiendo. Miramos hacia el embalse, sin más, durante varios minutos, sin entender cómo es posible tanta preciosidad.
Esa visión tiene música, olor a belleza, puedo casi sentir la textura del agua cuando vaya a lavarme la cara y me da lástima romper su quietud de espejo con transparencias. 
Decidido, me quedo aquí - envuelto todavía en mi saco de dormir, dentro de la tienda - mirando, sintiendo, percibiendo, dejando que el día vaya entrándome por los ojos hasta que el sol salga y rompa el paisaje y las luces, devolviéndonos la mañana.
Mientras tanto, la bicicleta - bostezando - estira los brazos de su manillar."