domingo, 8 de febrero de 2009

Aparcabicis. Modelos y usos

Tengo una extensa colección de fotos de aparcamientos de bicicletas. Los que más abundan son los diseños malos o los diseños buenos pero mal usados.
A continuación voy a mostrar sólo unos pocos de los llamados (entre los ciclistas) doblaruedas.
Empezamos por los aparcamientos de diseño, como este ubicado en Aurillac (Francia), pero que se puede ver en otros muchos lugares, también de España, e incluso lo he visto en Santiago de Chile. El diseño es precioso ¿pero sirve para aparcar bicicletas? Indudablemente no: es muy inestable para las bicis, pues ni todas las ruedas de las bicis son iguales de anchas, ni todas tienen pata de cabra para sujetar la bici. Y es que con este modelo los radios sufren lo indecible, pues en ellos se suele apoyar la bici para no caerse. Sin hablar de que no sabemos cuantas bicis caben. Ni lo sabremos porque siempre están vacíos, pues a nadie en su sano juicio se le ocurre poner ahí una bicicleta, donde sólo vas a poder fijar a un sitio fijo una de las ruedas, quedando el resto de la bici sin poder fijarse a lugar alguno.

Continuamos con este modelo encontrado en el exterior de algunas estaciones de Metro de la línea que va a Arganda del Rey (Madrid) que podría pasar por un banco incómodo, pero que, os lo prometo, es un aparcamiento para bicicletas. A las mismas intrínsecas propiedades del diseño anterior, a este se le une que además la bici tiene que ir levantada. Encima no está protegido del aparcamiento de coches que, para más inri, jamás son multados. La bici que veis lo estaba utilizando y tenía un candadín de juguete cogido a la rueda delantera. Teniendo en cuenta que tenía cierre rápido, en un momento podría yo mismo haber soltado dicha rueda, dejándola allí y haberme llevado el resto de la bici. Compro una rueda nueva y ya tengo una bici entera más para la colección. En fin...


El siguiente modelo es bien conocido por los ciclistas madrileños, pues ha sido el modelo oficial de esa ciudad durante más de una década (hasta noviembre de 2008) y es de lo peor, porque además de todo lo anterior, encima es medianamente cómodo para sentarse, así que para eso ha estado sirviendo en los últimos tiempos los pocos que hay en Madrid. Famosos han sido algunos conflictos con el que había antes en la puerta de Pedalibre, pues había vecinos del lugar sentados y los ciclistas que llegaban a intentar aparcar no podían. Además de ser un mal diseño, se solía colocar en sitios que jamás haría falta aparcar una bicicleta, como éste que estaba en un parque, pero sin asientos ni fuente ni nada así alrededor. Bueno, podías utilizar el aparcabicis de asiento y dejar la bici en el suelo.

Este modelo es el paradigma de la inutilidad y el despropósito. Está ubicado fuera de la estación intermodal de Chamartín (Madrid), pero el diseño es absolutamente inutil, encima está en una acera estorbando el paso y para terminar de arreglarlo, para indicar que es un aparcabicis le ponen la señal que podéis ver (llamada R-407), que lejos de señalizar que eso es un aparcabicis significa: "Vía reservada para ciclos o vía ciclista. Obligación para los conductores de ciclos de circular por la vía a cuya entrada esté situada y prohibición a los demás usuarios de la vía de utilizarla." O sea, que los ciclistas (según la interpretación que se puede hacer en este caso) están obligados a circular por esa acera y los peatones (y resto de usuarios de la vía) no pueden utilizarla. Dantesco.

Ésta está fijada en la pared de una zona residencial en Valencia, pero sigue siendo igual de inútil. Como podemos ver, la bici no es mala y por ello le han puesto un candado gordote... a la rueda trasera. Misma operación que el caso de Arganda, se quita el cierre rápido, se deja la rueda y se lleva uno el resto de la bici. Es cierto que a estos aparcabicis sólo pueden acceder los vecinos del inmueble, pero vaya, también los visitantes.

Hasta aquí el festival de doblaruedas. Ahora tres aparcabicis de casos peculiares:

En primer lugar tenemos este modelo de aparcabicis (es un aparcabicis, lo pone clarito en la señal de arriba) que es de diseño de U invertida, un buen diseño. Pero resulta que lo utilizan los del centro municipal de limpieza viaria de Alcobendas, que podéis ver justo detrás. Como dice mi compañero Martin, que me ha cedido la foto, da un tremendo aspecto de incoherencia, pues por un lado el Ayuntamiento paga e instala un aparcamiento de bicicletas y por otro un servicio del mismo Ayuntamiento ubica, muy ordenados eso sí, cubos de basura en su lugar.
Seguramente dirán que no se utilizaba por parte de los ciclistas. La pregunta subsiguiente que habría que hacer es si dicho Ayuntamiento ha hecho alguna buena política destinada a que se utilice la bicicleta en dicha localidad.

Este caso de Aranjuez me lo pasó el compañero Miguel González. Hasta quince bicicletas aparcadas en la zona exterior de la estación de ferrocarril de esta localidad, aparcadas donde pueden, a unas vallas provisionales de obras. ¿No tienen aparcamiento para bicicletas en esta estación?


Pues resulta que sí tienen, dos aparcabicis, como se puede ver en la siguiente foto, pero uno está tapado por un coche (primer término) y el segundo por una moto. Sin embargo los ciclistas prefieren aparcar en las vallas, porque el diseño es nefasto para un aparcamiento exterior de media y larga estancia y además los aparcabicis, como siempre suele ocurrir, se colocan lo más lejos posible de la entrada, como si fueran unos apestados, cuando resulta que deberían justamente estar al lado de la entrada, dado que la bicicleta implica proximidad, no tiene sentido que alguien vaya a aparcar al quinto pimiento y luego tener que volver a la estación andando.



El siguiente ejemplo es otro más en los que se da más importancia a la originalidad del diseño que a la seguridad o comodidad del usuario. Lo podemos ver en lugares como Azuqueca de Henares o Torrejón y es auténticamente postmoderno (bonito, pero inútil).



Están bien para mostrarlo en ARCO, la feria de Arte Comtemporáneo, pero no para aparcar bicicletas. De hecho éste de la foto lo veo todos los días al pasar con mi bicicleta de ida y vuelta y jamás he visto una sola bici aparcada. Las bicis de la foto las pusimos nosotros para ver lo inestables que quedaban, daba igual como las pusieras. Tampoco se sabe cuantas bicis caben, se supone que cinco, pero lo cierto es que no caben cinco, quedan demasiado cercanas y es muy molesto maniobrar para candarlas. Sin hablar de que el cuadro y/o alguna de las ruedas quedan sin atar directamente a las barras. Un derroche.

Para acabar, y para que no se diga, un buen ejemplo de modelo, ubicación y uso de un aparcabicis, foto tomada en Estrasburgo.

Ubicado en la zona de aparcamiento, con suficiente espacio entre horquillas, techado para evitar las inclemencias del tiempo y de fácil acceso.

domingo, 1 de febrero de 2009

La holandesa de mis sueños


Esta es una historia de amor por una bicicleta, una de esas bicicletas por la que eres capaz de movilizar a medio mundo para recuperarla.

Ana Luño es una chica aragonesa que se fue durante un año a vivir a Saarbrücken (Alemania). Lo primero que buscó al llegar allí fueron un piso y una bicicleta. La misma persona le consiguió ambas cosas. La bicicleta era de segunda mano, una preciosa bicicleta holandesa a la que sólo le hacían falta unas cuantas reparaciones.

Tras el año de estancia en Alemania, a Ana le fue imposible volverse con todo el equipaje y además la bicicleta. Por lo tanto se la vendió, pero no a cualquiera, sino a una conocida, que sabía la cuidaría bien.

Ana estaba convencida de que podría encontrar una bici similar en Zaragoza, a su vuelta, pero lo cierto es que no fue así. Ni en internet, ni en las tiendas del ramo, donde los vendedores, centrados en las bicicletas deportivas, sólo sabían levantar las cejas confudidos ante la descripción de una bicicleta de ese tipo. Cuando Ana escribió a la compradora de su bici, contándole la pena que sentía de no encontrar una bici así en su localidad, lo hizo sólo como un comentario más, sin ánimo de recuperarla. Pero la chica detectó ese profundo pesar que tenía Ana y propuso devolvérsela.

Allí comenzó un via crucis para intentar encontrar el método para traerla de Saarbrücken a Zaragoza. Comenzó a preguntar en agencias de transporte, pero todo eran problemas. Tras un mensaje que yo mismo puse en la lista de Pedalibre para ayudar a Ana a recuperar a su querida bicicleta, alguien comentó que lo mejor era buscar a alguien conocido en una agencia de transporte, para que la trajera como un bulto más. Esa fue la solución tras una conversación casual con alguien que se dedicaba a logística.

Su compañera de piso alemana le preparó la bici de la guisa que podéis ver en la foto, protegiéndola del mejor modo posible, pues los transportistas no se responsabilizaban de los daños que pudiera sufrir. Dichos transportistas pusieron el requisito de que las ruedas estuvieran libres para moverla mejor.

El día que Ana fue a recogerla a las afueras de Zaragoza no cabía en su gozo, si bien su padre la devolvió a la realidad: "Qué poco te va a durar aquí esa bici tan bonita", le dijo. Ojalá que no se cumpla ese presagio.

Ahora Ana circula por Zaragoza en su bicicleta holandesa, rememorando su estancia en Alemania y deseando que la holandesa se cruce en la calle, aquí en Zaragoza, con el mismo alto número de bicicletas con las que se cruzaba en el país centroeuropeo.