viernes, 21 de diciembre de 2007

Echando gasolina al fuego

En el coche puedes vivirlo todo o perderlo todo. No lo olvides.
Este es el nombre de la última campaña de la DGT. En ella, además de intentar concienciar con ese lema sobre el peligro del coche particular, solicita a la gente que cuente sus experiencias al volante, ya sea mandando fotos, vídeos o historias escritas, todo ello relacionado con el coche. Hasta aquí no me parece ni bien ni mal. Pero lo malo empieza cuando lees en que consisten los premios a las mejores historias: 30 cheques de carburante por valor de 200 euros cada uno.

Y digo yo...
  • ¿No es eso promover que la gente utilice más los vehículos particulares contaminantes, que son los que mayormente causan los accidentes?
  • ¿No habría menos accidentes si hubiera menos desplazamientos, es decir, si se usaran menos estos vehículos tan peligrosos? ¿No se está promoviendo estos desplazamientos al regalar cheques carburante?
  • Además ¿no se trata de consumir menos petróleo porque tenemos un serio problema de dependencia en este país hacia esa materia fósil, materia que no producimos?
  • ¿No se trata de intentar evitar en lo posible el gasto desmesurado de combustibles que es uno de los principales causantes del calentamiento global?
¿Entonces, por qué regaláis cheques carburante, almas de cántaro? ¿Por qué no regaláis bicicletas (Pere Navarro se ha manifestado más de una vez defensor del uso de este vehículo), o abonos de transporte público, o billetes para el autobús o el tren o el Metro, o un diploma, o unas entradas para el teatro, o cheques para comprar libros...? Hay cientos de ideas que no atentan contra la gente ni contra el medio ambiente.

En este país, los discursos van por un lado y los actos por otro. Yo cada día lo entiendo menos.

domingo, 16 de diciembre de 2007

¿Qué es un “vehículo privado”?

En los últimos tiempos se viene leyendo en la prensa, se viene escuchando en la radio, en las jornadas en las que participo, y cada vez más en la sociedad en general, como se denomina “vehículo privado” a la hora de referirse al coche particular. Hay miles de ejemplos, uno puede ser éste, pero hay muchos más. Considero un error de bulto esa denominación, pero lo que más me sorprende es que sean justamente los medios de comunicación, que deberían ser los adalides de la corrección semántica, quienes den mayor pie a ello.
Vehículo es, según el Reglamento General de Circulación, un “aparato apto para circular por las vías o terrenos”, por lo tanto Vehículos Privados son, además de los coches: las motos, los caballos, las bicicletas, los camiones y un largo etcétera de otros vehículos.
Mi bicicleta, según el Reglamento General de Circulación, es un vehículo y toda aquella que no sea de uso público (como lo puedan ser las bicicletas públicas) son privadas. Por lo tanto, mi bicicleta es también un vehículo privado.
Wikipedia define vehículo de una manera más comprensible aquí. Para resumirlo: “Es un aparato de cualquier tipo, forma o época que se utiliza para transportar cargas o personas, con o sin motor, incluidos los transportes de animales.”
Por todo ello cuando, por ejemplo, se habla de que en las ciudades hay que reducir el uso del vehículo privado debido a la contaminación y otros problemas que produce, eso implica que sólo los vehículos públicos no crean esos problemas, es decir, los taxis (vehículo público), los autobuses (vehículo público), etc. no crean esos problemas, pero un vehículo privado como la bicicleta, sí estaría creando esos problemas de contaminación. Menudo lío por no llamar a las cosas por su nombre.
Vehículo privado como estatus
Vengo insistiendo en que no se llame al coche como vehículo privado, pues se le está atribuyendo un estatus "vehículo” y “privado" que no son exclusivos de ese medio de transporte.
Privados lo son otros muchos vehículos además de los coches particulares. Ya he mencionado algunos antes. Lo privado es precisamente considerado como algo positivo, como algo propio, como algo que está al alcance de unos pocos, de los elegidos. Anteponiéndolo a lo público, que se quiere ver como algo denostado, que es lo que está al alcance de todos, de la plebe, de la mayoría.
Un estudio semiológico más profundo nos llevaría aún más allá, nos llevaría a determinar que ese término de vehículo privado es cuando menos una promesa de libertad, de progreso, de personalidad, de ascenso social. Esto puede que sea de interés para las compañías creadoras de vehículos contaminantes o vendedoras de combustibles fósiles finitos. Pero no es muy comprensible que les sigan el juego los medios de comunicación e incluso, como he tenido ocasión de ver, afamados urbanistas, gestores de movilidad y otras personas que claramente deberían cuidar detalles semánticos como éste.
Entonces cómo llamar al coche y otros vehículos
Al coche se le puede llamar coche sin más. Lo suyo es llamar siempre a las cosas por su nombre.
También es válido llamarle turismo, aunque para mí ese término está fuera de lugar hoy en día por razones obvias: el coche se usa de forma desgraciadamente habitual para cosas que nada tienen que ver con el turismo.
Si se quiere uno referir al coche, pero se quiere enfatizar su privacidad, para contraponerlo a los usos públicos del transporte colectivo, se le puede llamar coche particular. Seguramente sea la denominación más adecuada en este caso, pues sigue teniendo muchas de las cualidades positivas a las que casi nadie quiere renunciar, pero no le roba a otros vehículos la posibilidad de ser también privados o particulares.
Si nos estamos refiriendo a coches y motos, entonces se les puede llamar vehículos particulares motorizados o, por qué no, vehículos particulares contaminantes. A mí esta última es la que más me convence y la que, desde mi punto de vista, le hace más honor a su condición actual de creadores de emisiones ingratas. Esos vehículos contaminan, hay un debate abierto sobre la calidad del aire y hay que señalarles con el dedo de esa manera, como parte de la culpa de esa mala calidad del aire que tenemos en las ciudades.