martes, 30 de octubre de 2007

¿Por qué "el de la bici"?

Después de años saliendo con mi bicicleta, vestido de calle y en todas las franjas horarias, todavía había vecinos que me decían: “que, a hacer un poco de deporte, ¿no?”. Al principio les intentaba explicar lo erróneo del planteamiento de su pregunta: “no, verá usté, este es mi medio de transporte, lo utilizo por Madrid igual que usté su coche”. Entonces los vecinos mostraran todo un carrusel de gestos de desaprobación.

Dejaron de referirse a mí como Juan y pasaron a llamarme “el-de-la-bici”, aseveración muy recurrente para un ciclista urbano en Madrid, pero que sería del todo inoperante para alguien llamado Hans en un bloque de vecinos de Amsterdam.

Pasado un tiempo, decidí seguirles la corriente: “sí, claro, hay que estar en forma, a ver si se aplica usted el cuento y saca la bici de la terraza, que se le está oxidando” a lo que todo eran sonrisas y promesas de futuro. Me volvieron a llamar por mi nombre, aunque con la inevitable referencia ciclista, pero al menos decían “que majo y que sano es Juan el-de-la-bici”.

La bici, todos los días

Texto publicado en el diario El País, tras el día de la bicicleta de Madrid del día 7 de octubre de 2007, en la sección Madrid de dicho periódico:

La bici, todos los días

Se celebra el día de algo cuando ese algo tiene un problema. Así le pasa al día de la bicicleta de Madrid. Se deja circular en bicicleta un par de horas de un día porque se asume que el resto del año es una misión sólo para unos cuantos, lo que dice muy poco de la política a favor de la bici en nuestra ciudad. En las urbes donde hace años se apuesta de verdad por la bicicleta, este día desapareció. Es el caso de Barcelona, San Sebastián o Sevilla, donde existe una política más integral para impulsar este medio de transporte y se ve a la gente pedalear para hacer sus quehaceres diarios como la cosa más normal del mundo.

El día de la bicicleta de Madrid se hace un domingo y temprano para no molestar al tráfico motorizado, como si las calles fueran privilegio de este medio de transporte tan contaminante, y se nos prestara la calle un par de horas; además, metiendo prisa a los últimos para devolver a la ciudad su aspecto de normalidad, o sea, de atascos, ruido y contaminación por el que ya somos tan desgraciadamente conocidos allende la Calle 30.

Se circula por un circuito cerrado al resto del tráfico, sin respetar las normas de circulación y poniendo a los peatones en un aprieto al cruzar la calle. Como ejercicio de seguridad vial es nefasto, porque los ciclistas (sobre todo los más pequeños) aprenden hábitos como el de no parar ante un semáforo en rojo o un paso de peatones.

Desde el Ayuntamiento sólo se están llevando a cabo tímidas acciones individuales desde distintas áreas, que no son percibidas como ese empujón que se necesita para coger la bici y moverse por la ciudad. Es necesario que se apruebe y se ponga en marcha el tan esperado Plan Director Ciclista, que permita llevar a cabo una gestión coordinada de los pasos a dar para crear una cultura de la bicicleta, para que muchos de esos potenciales ciclistas (¿dónde se mete el resto del año todo ese gentío que se ve en este día de la bici?) se lancen a usar un medio de transporte respetuoso con el medio ambiente.

El día de la bicicleta se debería transformar en La bici, todos los días en donde se hicieran continuas campañas de promoción, como talleres de mecánica, de seguridad vial en bici, o campañas de promoción para ir al trabajo y a la escuela en este medio de transporte. Y, desde luego, se debería impulsar una seria disuasión del tráfico privado motorizado y contaminante, que hiciera más segura la conducción ciclista y dejara espacios públicos para los no motorizados.

Ojalá llegue el momento en el que recordemos el Día de la Bicicleta como algo del pasado, y que este vehículo tan saludable se consolide no sólo como un juego, sino también como un eficaz medio de transporte.

Juan Merallo, portavoz de la Asociación Pedalibre